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martes, mayo 08, 2007

La Rabia de Fernando Vallejo y la Xenofobia

¿Un discurso visceral será suficiente para calmar conciencias patrioteras, cuando de abandonar la cuna se trata? Fernando Vallejo acaba de renunciar a su nacionalidad colombiana a escupitajos. Dice que es una tierra asesina, un país imbécil... En fin, sé que estos adjetivos no solo están relacionados con la reelección de Uribe, su odio es bien conocido por sus lectores. Hay una xenofobia descarada y sincera en sus novelas. Y él la explota sin miramientos, quizás es el condumio de su ficción pero en resumen, en muchas de sus novelas Vallejo cree que los colombianos son una raza miserable. Sus obras no solo rozan los contextos y problemas sociales derivados de la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares, sino con la genética.
El desprecio de Vallejo es incluso racial, es un desprecio a lo antiestético de una mezcla maldita, como él la considera. Para Vallejo el mestizaje es el orígen de muchos o casi todos los problemas sociales de Colombia. Y esto es extensible a los países de similares características. Nosotros por ejemplo... ¿Sacrílego? ¿Insultante? La sinceridad punzante y grosera de Vallejo es ofensiva desde todos los puntos de vista -si que quiere ver a la literatura como un reflejo de la realidad- pero no por ello deja de ser menos honesta.
No se puede negar que la realidad inmediata presenta pocos matices, que muchas veces la generalizaciones son tan aplicables, y que en este caso concreto, la marca de esa disimilitud, de esa heterogeneidad racial, venida con la conquista, ha hecho mucho daño. ¿Es una postura realista frente a la realidad física de un pueblo, una postura xenofóbica? ¿Se es racista por pensar que, en efecto, nuestra población es fea, antiéstética y sin gracia? Pues yo no lo creo, pienso que el tabú de la fealdad es uno de los más difíciles de vencer, puesto que al menos racialmente hablando, acusar a un grupo humano de feo -por sus valores puramente estéticos,-es considerado xenofobico. Nada más estúpido que eso. Por supuesto que Vallejo va más allá de la fealdad por la fealdad, y su postura purista deriva en varias aristas que llegan a conclusiones profundas sociológicas.
No es un secreto que la construcción socio económica de los países latinoamericanos con presencia importante de mestizaje, sea una pirámide en degradé. Abajo lo más oscuro, arriba lo más blanco. Así es y no hay por qué asustarse ni satanizar la sinceridad de la vista. Del entendimiento profundo de que hay un fuerte y grave componente físico y estético en los problemas sociales de una nación heterogénea.
Sino, para muestra un botón: Francia y las elecciones recientes. El espíritu "nacionalista" prevaleció y ganó el candidato conservador Nicolas Sarcozy, tan temido por sus decisiones "xenofóbicas" frente a los inmigrantes. Un nuevo problema social se avecina en Francia, que de paso ya empezó la semana pasada, con disturbios y quema de autos, los cuales en menor medida, se asemejan a los que ya protagonizaron los grupos sociales inmigrantes de la periferia en el 2005. Por supuesto muchos dirán que no tiene que ver con lo racial, pero a la final este es un dicurso que empieza y termina allí, en el ser otro, en el ser y verse diferente y que el resto te pueda reconocer como tal. Quien no se puede mimetizar físicamente en una sociedad homogénea es inmediatamente identificado como invasor. Y eso es lo que pasa en Francia.
Sé que ambos temas están muy lejos el uno del otro, pero hay un vínculo profundo: El temor del otro, sea o no invasor. Es un tema complejo, la diversidad y armonía señores se dan solo en la naturaleza, y en aquella que no ha sufrido aún los estragos de la mano del hombre. El abrazo multirracial es una gran utopía y una mentira descarada. Las diferencias existen y no se las puede esconder tras seudo discursos democráticos de igualdad, cuando a la vuelta de la esquina se mata y se odia al que no se ve igual que uno.
Aún vivimos una tierra que se espanta con esos grandes hombres zoomorfos montados en un caballo. Aún estamos rodeados de gente que mira a esos hombres oscuros y musculosos, y los confunde con animales. Todavía estamos viviendo un renacentismo tardío, y mientras no se superen las barreras entre el yo y el otro, seguiremos viviendo en sociedades que proclaman democracia y libertad, pero que tienen miedo de salir de su metro cuadrado, porque por allá están los de "otro color"... Y si yo o esos "otros" somos feos, pues ya está, lo somos y qué más da, sinembargo esa fealdad no tendría por qué condicionar la cualidad de humanos. Todo al mismo nivel.

2 comentarios:

mario dijo...

igual todo eso tiene su lado benévolo, como casi todos los lugares del mundo que quedan considerados aún feos o lejanos, están por ello fundidos con un extraño sentido de misterio y el mundo necesita eso. Y esto no es estigmatizar la pobreza ni el tercermundismo que raja nuestras cabezas, sino agitar estas plumas de colores que heredamos con la leve sonrisa y el calmo paso en el jardín.... un saludo

m

Dalila dijo...

la solución sería esa no?