Ídolo

Ídolo
Morrissey

viernes, junio 29, 2007

De cuerpos cuadrados y música para planchar

Hoy es día de fragmentaciones. Ayer fue el de congregaciones y por simple básico equilibrio, hoy hay que disgregar algo. No yo, no a los demás. No a los demás y yo, sino a la idea de la continuidad. El proceso que se cree fallido por no hallar vías sin baches que detengan su avanzar. Por eso, machete en mano, mejor es avanzar por la selva. El camino más corto debería ser el más difícil como ya lo dijo el entrañable Big Fish…

Hasta mientras, veamos que hallamos por el medioambiente citadino impreso en papel periódico….

“La moda veraniega empieza a verse en las calles de Quito
Dos mujeres de la urbe llamaron la atención de los transeúntes de la avenida Patria y Juan León Mera, al norte de la urbe. Las dos vestían minifalda y blusas transparentes. Algunos ciudadanos todavía no se acostumbran a ver este tipo de moda a pesar de que el verano está empezando. En la gráfica se aprecia como un hombre voltea la cabeza para observarlas”.

Conclusión: La urbe es una ubre.

Ahh el periodismo anecdótico. Ohhh las cajas de relleno. ¡Pues que viva la literalidad! La foto es más habladora que lora adiestrada, pero sin embargo, por si las moscas, había que poner una explicación para el que no la entendiera. Ponerle un simple título habría estado bien, pero ese no es el asunto. El periodismo gráfico urbano-anecdótico convertido en la huachafería más reveladora. Y no porque el par de mujeres de minifalda sean las chicas frigidaire (no, no por impulsadoras ni por frígidas), sus cuerpos cuadrados sin cintura son por demás decirlo: horribles y antiestéticos. No, no es por eso. Ni tampoco porque tan solo una de las admiradas jovenzuelas tuviese una blusa transparente y no las dos como la generalizadora nota quisiera hacernos ver.

No. Ni siquiera por el hombre aquel que desearía tener en sus manos uno de esos traseros cuadrados. Disculpen la crudeza. Simplemente es reveladora la foto por mostrarnos una de las obviedades más profundas y menos tratadas: el acondicionamiento estético. Mejor no voy a entrar en detalles acerca de lo que quiero decir con eso, porque no quisiera que me lluevan piedras encima. No es racismo ni xenofobia, es simplemente ver las cosas como son. Aunque quizás deba descubrirse aún los efectos que tiene una descarga de hormonas sobre la visión. Ja ja, no, eso es una broma…

En fin, mejor lleguemos al punto dos de las revisiones diarias. No FARC y rehenes muertos (yo no fui, fue teté), ni Chinos Traidores (portada de un diario peruano) tratando de evadir la justicia lanzándose a la arena política japonesa. Mejor hablemos de música…

Facundo Cabral condecorado por el alcalde, declarado huésped ilustre. Un concierto de Leo Dan (Gordo y feísimo, care Mickey Rooney), Tormenta (pacto con el diablo), Miriam Hernández (otro pacto con el diablo) y Sahiro (mi grupo favorito según el Hi5). Ah, me olvidaba, y otro concierto más de Facundo Cabral. Sólo faltan los Iracundos, los Terrícolas de Venezuela y Pueblo Nuevo. Ya pues, ¿hasta cuándo va a ser actual Piero? ¿Es que nunca va a pasar de moda la música del recuerdo? Que ya no es del recuerdo porque se escucha todos los días en las quinientas radios especializadas. Artistas que nadie para bola en el resto del continente se hacen su agosto en Quito. Increíble.

Y no es que tenga algo en contra de ellos o de su música (muchas canciones disfruté a viva voz), no es contra ellos este manifiesto pro entierro de cadáveres musicales insepultos. Es en contra de los productores de eventos. Los organizadores de los conciertos que no tienen la más mínima idea de la responsabilidad social y cultural que adeudan. Y como no, de los productores y conductores radiales, y de las mismas radios y demás medios de comunicación, que son finalmente quienes deciden lo que está in o out en la música popular.

No es cuestión de traer “lo que la gente quiere”. Se sabe bien que lo que esa gente quiere oír es lo que le han dado para consumir. Hay una oclusión musical, un estancamiento de gustos por culpa de los ofertantes (no de los músicos, ojo). La audiencia, tiene derecho a que se de algo más, a que se le eduque en gustos musicales. Uno no puede preferir algo que desconoce. Es infame la reducción de los linderos musicales populares. Infame. Yo no estoy en contra de que venga Tormenta y leo dan, pero de que vengan cada día del padre o del árbol, y que prácticamente se desconozca qué hay más allá de Arjona o las estrellas del reggaetón, nuevamente es una actitud infame. Un negociado sucio, antivalores. Porque la cultura es un valor que se debe cultivar. Educar a la población no es enseñarle a sumar y a restar, sino también enseñarle incluso a tener gustos diferenciados. Esta educación debe ser continua y ahí sí, plural.

Ese conductivismo mediático que salpica a las artes (porque la música popular también es arte), está haciendo un grave daño en la construcción del pensamiento social. Es justo y necesario no sólo dar bases y cimientos a esa construcción, sino darle continuidad. Y lo único que se está haciendo, es fragmentarlo y tomar una parte empantanada.

Generando cultura desde la tabla de planchar.

martes, junio 26, 2007

Al público en general...

No quedará más que echarle la culpa a los seres inanimados. Cuando la potestad del tiempo y la acción se nos va de las manos, empieza entonces el rewind de culpabilidades. Y entre tanto retroceso, apología y justificación podríamos llegar hasta el instante mismo de nuestro nacimiento, o mucho antes quizás. Quedémonos flotando entonces en el líquido amniótico de la negligencia.

Un micrófono de nueve dólares quedó como rey absoluto. Se le halló culpable luego de una no muy corta deliberación por parte de los jurados, quienes eran de paso también los jueces y los actores presuntos implicados, así como las víctimas.

Ayer con todos los pronósticos a favor, terminamos siendo eliminados del concurso por la lentitud de los organizadores. Estoy hablando estupideces. La historia es la siguiente: una película (Freaks, 1932) y un intento fallido por verla. Malas decisiones de último momento. Un micrófono olvidado en la casa de un franchute hizo que desviáramos el camino pensando en que sí llegaríamos a tiempo a la función. Error.

El francés terminó convirtiéndose en una agradable casualidad, ya que resultó conocer a mi amigo. Y esa “agradable coincidencia” prolongó nuestra estancia en su casa. Llena de afiches y demás objetos que hacían alusión a su hobby, entendimos que nos hallábamos frente a un genuino fan, coleccionista y hasta investigador del cine B, el cine de terror b/n y otras perlas cinematográficas como el Santo, y cine funky policial gringo…. Y adivinen qué. Al enterarse del porqué de nuestro apuro nervioso, la felicidad saltó a sus ojos. Resulta que Freaks era su película favorita, y decir eso era bastante para esos momentos. Nos habló maravillas del filme y nos mostró un libro escurridizo en donde tenía información de la película.

La desesperación por llegar a tiempo al cine creció por supuesto. Debimos abandonar al franchute cortando en seco la conversación. Y oh destino cruel, al llegar al cine, las entradas estaban agotadas…

Ningún lamento fue suficiente. No hubo manera de que se compadezcan de nosotros. Consuelo tonto: no fuimos los únicos en quedarnos sin entradas. En fin, era el último día que la pasaban. Si alguien sabe dónde conseguir la peli, que por favor me haga saberlo. Gracias. Por cierto, está dirigida por Tod Browning, que por supuesto no tengo idea de quién diablos es.

Solución post decepción: chocolate a la vena y otras cosillas más…

viernes, junio 22, 2007

Gracia divina

La codeína quizás entorpezca la sintaxis de ideas. Hay algo que se asemeja al olimpo. De repente el universo apolíneo está mi alcance. Ese grito filudo “Black beauty I love you so”. La guitarra rasgándose en una armonía inexpugnable, inquebrantable. Sonidos invictos. Las olas del mar meciendo el barco, arriba, abajo, izquierda, derecha. Un vértigo descendiente mientras intento seguir las una a una las palabras desmembradas de “Grace”. Wait in the fire wait in the fire, wait in the fire… Mientras en el fuego espero, antes de quemarme, solo un segundo antes de que las palabras desaparezcan y el escozor de la cercanía de la lumbre me diga: and the rain is falling/and i believe /my time has come/ it reminds me of the pain/ i might leave /leave behind…


Jeff Bucley es la belleza pura, su voz de cuatro octavas, sus melodías llevadas al extremo de la ruptura -acorraladas en un túnel de difícil acceso del que siempre sale glorioso- se acercan mucho a la fruición del amor. Es un compositor agónico y la vez popular. Todas sus canciones recuerdan la genialidad del compositor clásico. Aquel que consigue darle a los sonidos una familiaridad sorprendente y extraordinaria, traducida a la cotidianidad de quien escucha sentado pero aún se revuelven sus entrañas. Eso es Jeff Buckley, la belleza sin concesiones, el acto más allá del pretender ser algo o decir algo. En Jeff Buckley todo es bello, hasta él mismo. Su rostro es armonioso y preciso, no hay cómo no amarlo. La inevitable atracción física que despierta es llevada al plano espiritual, ya que bien podría depositarnos en un estado contemplativo. Hay una perfección en su voz que navega al vaivén de altibajos que nunca se quiebran y sin embargo nos mantienen en un suspenso bronco. El suicida llamando la atención desde la terraza de un edificio de doce pisos.

Las letras de Buckley en su mayoría tienen la claridad del cristal y son tan concretas como bloques de concreto. Una ciudad construida sobre verdades llanas. Él habla de lo que siente, de lo que ve y de lo que pasa. Por eso no tiene miedo a las obviedades y se lanza a ellas desde lo más sincero que puede hallar: su voz. En su canto no hay alegorías, su timbre y tesitura son lo más literal que hay. Pero aún nos remiten a un plano etéreo intraducible y únicamente decodificable por el tacto, la piel.

La guitarra, su segunda voz, entra indisoluble en esas armonías introductorias logradas en canciones como Aleluya (de Leonard Cohen), para muchos, la mejor versión de este tema.

Grace, el único álbum que sacaría en vida, es una pieza maestra de la música actual. La canción que le da el nombre al disco vendría a ser una composición imprescindible dentro del universo musical, y esa que todo melómano no debería morir sin escuchar… o impactarse por ella. Pero esos giros a veces estúpidos del destino harían que prematuramente el mundo se prive de un músico de talento excepcional. Jeff Bucley se ahogó en 1997, nadie sabe por qué, se ha especulado mucho acerca de su muerte, pero eso poco importa ya. Treinta años fueron suficientes para que nos dejase canciones indelebles.

Les dejo una foto para que admiren una parte de su belleza…

Cómo no amarlo. Portada de su álbum Grace.


Bueno, una más:




Ay Dios mío ayudameeeee

miércoles, junio 20, 2007

La felicidad del primate

Gracias a chanchullos bien habidos pude conseguir la invitación para la conferencia que Mario Vargas Llosa iba a dictar en Quito ayer. Aunque yo no la llamaría conferencia sino soliloquio “ameno” perfecto y diseccionado para el promedio del público asistente. Quizás el pararme a la salida buscando a alguien que me iba a llevar a la casa fue una seria experiencia de identificación y selección. Por supuesto, ya se imaginarán quienes eran la mayoría de asistentes invitados por el Gran Banco y su Jeque, el Sr. Egas (aunque nunca le nombraron). Un acto burgués puro y sincero, sí, sincero. Desde el principio de la exagerada y mea culpista (sí, un mea culpa disfrazado de aporte cultural) promoción mediática de la conferencia, se sabía que no cualquiera podría asistir. En el periódico decía muy claramente: entrada con invitación. Gracias.

La persona que me regaló su entrada me había dicho: “Cuando vino Evo Morales, cualquiera podía verle”. Pues sí, es cierto, pero no nos olvidemos de que cada estereotipo va acompañado de su políticamente correcto aparataje y estética. Vargas Llosa, derecha, burguesía, público selecto. Evo, izquierda, proletariado, cualesquier hijo de nadie. Simple, directo, y nuevamente sincero. ¿A quién le interesan las falsas ínfulas democráticas? Vargas Llosa no tiene por qué esconder lo que es. Es lo que es y punto.

Por ahí se decía que su visita al Ecuador no era gratuita, que era una movida política de la oposición banquera anti gobiernista. Que era un escupitajo a Correa traer a un intelectual de derecha, radical en su ideología y sin pelos en la lengua para atacar a Fidel o a Chavez. En fin, se dijo mucho sobre el tema, y aunque en un principio también yo llegué a decir: “lo sospeché desde un principio”, luego de escuchar la conferencia creo que su presencia en Quito fue absolutamente literaria. No tanto como escritor sino como figura.

Aunque quizás la simple presencia del escritor sea un referente que remite al neoliberalismo, y aunque hable piedras y ramas, su conocida postura política le saldrá por los poros y ello será suficiente para enfurecer a los izquierdosos que ni cortos ni perezosos se sentirán aludidos. La contra movida sería traer un escritor socialista… ¿Queda alguno? (Que no me tiren piedras por favor).

Vamos, quién da más.

Bueno, quien sabe y a lo mejor con mi credencial de prensa habría podido entrar. El director de una de las revistas para las que escribo me había dicho que vaya… Claro, él tenía la invitación pero yo no. ¿Cómo rayos se supone que iba yo a entrar? Nunca me lo dijo. En fin, me las arreglé bastante bien para ir. Mi amigo dijo que no tenía terno y que por eso no podría ir. A mí me dio igual, desenterré los zapatos de taco que nunca uso, un vestido “champán grand duval” (el de las grandes y pequeñas ocasiones), abrigo para el frío concerniente y listo. ¿Cuál es el problema con eso?

En fin, me vale trozo la postura política de Vargas Llosa. Me interesan sus letras. Nunca he sido aficionada a escudriñar nada más allá del simple acto de la escritura. El acto de vivir debe estar contenido allí, no necesito saber más. Es un grande de las letras hispanoamericanas y eso es innegable. Sin embargo…

Y ahí vienen mis famosos peros…

Retomando ideas de arriba. La “conferencia” de Vargas Llosa fue una sucesiva concatenación (brillante, eso sí) de generalidades. Lo siento, no me aportó nada. Mucha gente salió maravillada de su verbo cuasi divino. Yo no lo creo. Traté de estar atenta y lo conseguí en un 90% (acuso a ese díscolo 10% mis posibles errores de comprensión). Escuché y analicé una a una sus palabras e ideas. Obviedades. Quizás mis expectativas eran demasiado altas, pero al llegar a mi casa me di cuenta de que había llegado sin expectativas. Estaba demasiado ocupada en otras cosas y por eso llegué cuando ya todos estaban adentro.

Por supuesto que no puedo desmerecer el valor paradigmático de las ideas del escritor. Lastimosamente son paradigmas ya desgastados. No porque hayan perdido valor, sino porque muchas son verdades utópicas que no tienen manera de comprobarse. Y sí, sería estúpido cuantificar estos aspectos intangibles de la vida, que únicamente son cualificables. Por ello todo es válido. Y en el proceso de creación retórica, no existen las mentiras. Por eso la literatura, “la buena” (como dijo el autor), es honestidad pura. ¿De qué otra manera sino se podría ser fiel al acto de crear? Acto que procedería de lo que se conoce como creatividad, que según la psicología jungiana es inconciente. Hasta qué punto el acto dialogal se convierte en un plano meramente dialéctico (aludiendo a su significado en la doctrina platónica). La idea pura, impráctica e inmaterializable puede -a través de la lógica y su apropiado uso lingüístico- hacernos creer en mundos simulados.

El poder de simulación que tiene la palabra es tan potente, que por ello -aludiendo a palabras Vargas Llosianas- la literatura es imprescindible para la vida. Su tesis es: sin literatura no se puede vivir, la vida es mejor con ella. Quien lee (literatura) vive una mejor vida. Con esto el escritor se refiere a la ficción (narrativa, poesía). Interesante idea ésta, pero bastante manoseada ya que bien conocido es el desencanto de la realidad que el mundo post-moderno sufre. Aunque quién sabe si siempre ha sido así. Por supuesto que todo el mundo sabe que la literatura y la ficción en general son formas evasivas de la realidad. Que el nivel perceptivo de los sentidos es subordinado por el de la idea al momento de construir puntos de fuga que disparen vidas paralelas.

El mundo de los anhelos ha existido desde siempre. Es tan antiguo como el hombre y más viejo que el lenguaje. Eso lo tengo por seguro. Pero en realidad discrepo en ese punto de que quien lee (literatura de ficción) lleva una mejor vida. Quizás lleve una mejor calidad de vida en este país en donde leer novelas es un lujo, o tal vez su nivel de conocimiento universal se amplíe si lee a Kafka, Cervantes, Orwell o Sheakspeare (citados por Vargas Llosa). Pero lanzar conjeturas como que se es más feliz de esta manera, no lo sé. He visto gente ignorante (sin usar peyorativamente este término), tremendamente feliz. He conocido grandes lectores convertidos en amargados gracias a lecturas desoladoras. Y también he sido testigo de grandes satisfacciones, propias y ajenas, leyendo obras maestras. La literatura es un arma de doble filo, no se puede polarizar hacia un solo lado su valor. Por supuesto él mismo terminó presentando la antítesis de su planteamiento. Un contra argumento que finalmente presentó como que la literatura probablemente no nos hará más felices pero sí más libres… ¿Qué mayor felicidad que la de ser libres?

Y quizás Vargas Llosa enfrentó el asunto desde el punto de vista más equivocado y simplón: la decimonónica discusión de si la literatura es una pérdida de tiempo o una distracción banal, versus eso que la literatura es vital para la construcción de la vida. No va por ahí la cosa. Más bien se debería, si por esas vamos, desentrañar el verdadero poder de la literatura sobre la vida, tanto para el bien como para el mal. Creo que la discusión de la felicidad va por otro lado. El creernos seres superiores por poseer una supuesta cultura venida de los libros es una postura verticalista y obtusa. Y hablo de superioridad intelectual, la misma que, según Vargas Llosa, sería aquella que deviene en bienestar mayor. No lo creo así. El escritor habló de que a partir del Renacimiento (¡oh, y de pronto todo se iluminó!), la sucesiva evolución del pensamiento devino en progreso gracias a esos seres inconformes y díscolos (la necesaria rebeldía). Gracias a ello es que el conocimiento se ramificó y prácticamente las ciencias humanas se volvieron tecnicismos. La filosofía y las ciencias humanas –sin hablar de las ciencias exactas- quedaron para los estudiosos. Vivimos la era de las especializaciones. Me pregunto si será bueno o malo que la erudición prácticamente sea algo imposible de conseguir en estos tiempos. O que el concepto de “sabio” haya perdido figura. Pienso que en la diversificación del conocimiento se produjo una simplificación de las ideas. La categorización y sistematización de las ideas fue el preciso paso a la materialización de las mismas. El momento material que vivimos (no me refiero a dinero ni posesiones) es producto de una necesaria desmitificación del pensamiento abstracto.

Y la literatura hoy en día es precisamente esa vuelta a lo abstracto. Refiriéndome como abstracto a aquello intangible e inmaterial del anhelo.

Volviendo al tema, según el autor esos seres díscolos (usó varias veces estas palabras) son precisamente aquellos que la literatura produce. Tampoco creo que necesariamente deba ser así. Creo que la inquietud y la inconformidad frente a la realidad pueden nacer desde otros gérmenes, aun menos gregarios. Pero es cierto que la sobre conciencia también puede adquirirse gracias a ese mundo que se abre entre las páginas de un libro.

(Tengo demasiadas ideas, esto se está volviendo interminable, pero ya voy a concluir)

Quizás deba volver al título de la conferencia “La Literatura y la vida”, y con esto mostrar que ese tema es tan universal y amplio, que prácticamente entra todo. El mérito de Vargas Llosa es la concisión y la ilación de ideas. Y por supuesto, ser un disertador para todo público, lo cual es lo más importante a mi parecer. Talvez mis impresiones no sean trascendentales tomando en cuenta que filáticamente yo me esperaba algo más profundo y reflexivo (quizás esa ilusa profundidad tenga un fondo más cercano de lo que uno pensaría) . Algo que se me “revelara”. Qué ingenuo de mi parte. La conferencia no pudo estar mejor preparada para el momento social. Nunca habló de política, todos entendieron, los organizadores quedaron bien. No hubo ofendidos. Definitivamente hay maestros de lo políticamente correcto. Qué pena no ser uno de ellos.

Yo aún sigo pensando que el hecho de leer ficción no te dará una mejor vida, pero sí diversas posibilidades. O quizás una sola, la del ensimismamiento. O te de aliento, o te derrote antes de empezar a morir. Ser más inteligentes y/o cultos no nos hace ser más felices. Adquirir una ultra conciencia no nos da la clave de la felicidad pero nos advierte de mucho. El aviso de salida, el pre-conocimiento, la anticipación, el antemano...

Aún me produce felicidad ver a una persona hermosa en la calle, y si me mira mejor… probablemente esta sea la felicidad del primate, pero es felicidad al fin y al cabo….

viernes, junio 15, 2007

Ahhh... Las noches capitalinas

Justo cuando uno dice que ya no hay nada nuevo bajo el sol, que la noche se agotó, que la ciudad no da más y que más me valdría volverme eremita ¡Zaz! Aparece la villa que se niega a perecer en la repetición y el sinsentido del regodeo social. Hay una atracción a veces inevitable si uno entra en el ruedo, en ese circuito interminable, farandulero y a veces snobista de exposiciones, festivales, conciertos, obras escénicas o inauguraciones de lo que sea.
En fin, Quito está lleno de eso que salva a las noches de ser una puesta en escena de un sainete flojo, en donde la gente no hace más que redondear sus ansias de sociabilizar. Y lo digo porque desde el punto de vista purista, la "bohemia" quiteña puede ser un burdo escenario de sátiros y bufones, dependiendo desde donde se lo mire. Escenario en el que, por supuesto todos nos convertimos en personajes. Nadie se salva, por cierto. Y aunque puede llegar a ser tedioso tener que estar en los mismos lugares con la misma gente, cayéndose mal a sí mismo por saberse perteneciente a la fauna, aún se puede uno reír. De uno mismo, de los amigos, del resto, de lo que se ve, de lo que hay, de lo que no hay. En esos momentos de conversaciones efusivas, muchas inútiles, de los chistes gratuitos, de la embriaguez del prójimo o de la propia, de los chistes colectivos y oportunistas, en fin, las perlas nocturnas que suelen coronar a veces esas entregas por capítulos.
Y resulta que siempre hay algo nuevo... aunque no lo crean... aunque uno mismo no lo crea. A veces la belleza aparece por todos lados. Hay días en los que veo hombres bellos a cada paso y me quedo con la risa burlona congelada de cuando digo que vivimos en un país de gente fea. Y entonces de pronto hay cosas atractivas. Encuentro una obra de Zapata o David Santillán, escucho una canción y la voz de algún amigo cantando. Encuentro a mis amigos felices y riéndonos todos de todo y de todos. Y siento los abrazos y las sonrisas, y eso que puede ser tan fatuo, pero que funciona tan bien en la noche... Y sobretodo encuentro a tantos amigos que me han sacado tantas risas. Y los quiero a todos aunque me falte poco para que la testosterona reemplace mis estrógenos, ya que es inevitable estar "bendita" entre los hombres. En fin...
Eso es lo que importa al fin y al cabo, porque aunque suene simplón no hay nada como pegarse una buena carcajada con los amigos. Y si son varias, mejor.
Bueno, siguiendo con el hilo de las sorpresas y renovaciones, el día de ayer precisamente recibí una. Fui a un concierto en un bar de la Mariscal y la verdad, me encontré con dos excelentes bandas que hiceron que todo lo demás valga la pena. Primero salieron a escena Arkabuz, que salvo por el desgastado uso de la K (que se les perdona por ser tan buenos), son una excelente propuesta de rock fusión melódico. Una mezcla de rock clásico, indie, rock pop, y hasta rockabilly. Gracias, por fin. Melodías bien trabajadas con arreglos impecables y la incursión de un instrumento podría decirse innovador dentro de la escena musical quiteña: el acordeón. Una maravilla. Un feeling sincero.
Qué felicidad. Lo digo porque la banda anunciada como principal fue otro gran disfrute. Los Nietos se llama este grupo guayaco, al parecer radicado en Quito, quienes realmente se pasaron. Su sonido más bien clasiquero pero con una clara propuesta contemporánea, es bastante sólido y potente. Las composiciones tienen mucho brillo, a diferencia de lo que normalmente suele suceder cuando se tocan de una manera tan pura ciertos géneros ya desgastados, ya que por más de que suenen bien, muchas veces no dejan de sentirse repetitivos u opacos.
En fin , una excelente noche la de ayer como ya muchas he tenido en esta ciudad love-hate-love.

martes, junio 12, 2007

Póngale la cola al burro

Soy Aute y también hago cine

No lo sé señor Aute, pero aunque no he visto sus cortometrajes y quizás me equivoque, no creo que ud. sea cineasta. Con todo el respeto del caso.
El día de ayer se presentó "Un perro llamado Dolor", supuesto largometraje del cantautor español, quien luego de dar algunas justificaciones anunció que contaría cuánta gente se saldría de la función... como había pasado ya en otros sitios donde se la exhibió. Pero también nos aseguró que si no desertábamos a los 15 minutos, ya no lo haríamos jamás y nos bancaríamos la hora y media que duraba el filme. Estuvo en lo cierto, la primera tanda de gente se salió máximo a los veinte minutos y el resto nos quedamos quizás ya estigmatizados por el decreto autesco. Ya no podíamos salirnos (quizás algunos por no quedar mal). En mi caso porque quería ver qué pasaba con Gala y Dalí. Los que estaban sentados junto a mí disfrutaron como nadie de la película cual Homero Simpson que cuando se aburre inventa otra película: una cómica historia llena de gags incomprensibles para mi lógica evasiva. Sus ja ja ja constantes lastimaban mis sentidos. Yo nunca pude reirme de nada, así que cuando me aburría de las imágenes pensaba en otras cosas.
Pero aunque no se crea, yo aún pude disfrutar del filme. Sin embargo, debo aclarar que no como una película con trama y narrativa cinematográfica, sino como un claro producto experimental audiovisual plástico. Vamos por partes. "Un perro llamado Dolor" es una especie de filme de animación hecho a partir de dibujos a lápiz creados por Aute. Son seis historias de pintores universales -la mayoría españoles- entre los que se hallan Goya, Frida Kahlo y Diego Rivera, Velázquez, Dalí y dos pintores españoles -poco conocidos por estos lares- cuyos nombres no recuerdo.
Cada historia, si se la puede llamar así, presenta imágenes fragmentadas surrealistas con una narrativa difícilmente decodificable. Por ello la apreciación más directa está dada por aquel único y principal componente: su valor plástico. Esta obra se acerca mucho más a los conceptos y maneras del video experimental que a los de la cinematografía. El hecho de haber sido filmada en celuloide no la convierte en cine per se. Esa gratuidad conceptual (refiriéndome a lo que significa hacer cine) no puede estar amparada en el soporte audiovisual, es decir, el material sobre el que está grabado el producto no puede convertirlo en lenguaje cinematográfico. El cine no es el celuloide, el cine no es la cámara, el cine es un conjunto de significantes cuya sintaxis y concordancia geneneran un nivel semántico audiovisual cuya capacidad narrativa está por encima del soporte utilizado. Por supuesto que el valor estético y de calidad que brinda el celuloide es un innegable componente dramático dentro de la concepción de la obra, pero ello debe estar subordinado a la idea, a aquello intangible que busca materializarse a través de los recursos técnicos y dramáticos, y no al revés.
En "Un perro llamado dolor", basta decirlo secamente, lo que valen son los dibujos. Estos son buenos, producto de un buen dibujante pero tampoco son excepcionales. Muchos de ellos muestran un buen manejo del espacio, de la composición y de la anatomía, pero conceptualmente son flojos (a menos que yo no haya entendido qué quería contar en la mayoría de los casos). Yo le llamaría un producto multimedial que conjuga imagen, audio y movimiento. Dibujos musicalizados que ni siquiera llegan a convertirse en animación porque no hay una consecuente edición de movimiento sucesivo, sino que entre una imagen y otra se presentan saltos visuales sin secuencia directa, cuyo error a mi parecer se resuelve de una manera facilista apelando al surrealismo.
Sin embargo, luego de desbaratar medianamente el filme, lo único verdaderamente criticable es haberlo presentado como un producto cinematográfico. Si se lo mira con otros ojos, es perfectamente pasable y hasta divertido. Si lo vemos como un producto estético, como lo hice yo, resulta agradable pero no pasa más allá de eso. De una leve sonrisita y unas ínfulas taimadas filáticas por descubrir quiénes eran los otros personajes que aparecían en cada historia. Hubo de todo, Chaplin, Man Ray, Stalin, Woody Allen, Buster Keaton, Einsenstein y no podían faltar Trotsky, Buñuel y García Lorca...
En fin , le agradezco al señor Aute haberme hecho pasar un momento agradable, pero la próxima vez (y esto para los organizadores también) sea un poco más honesto y póngale el nombre que debe tener. Por cierto, ¿Dónde estará la cola del burro?

miércoles, junio 06, 2007

EGOCRACIA

Cuando el discurso se resuelve con un “según lo que yo creo” o un “yo opino”, podemos fácilmente concluir que estamos frente a un callejón sin salida. Hablo del ámbito político, en donde finalmente todo se reduce a una pugna de subjetividades producto del Ego. Y con este término no me refiero a la acepción popular del término, que según el diccionario de la real academia de la lengua, lo define como “exceso de autoestima”. Aludo a esa instancia psíquica, que según Freud es parcialmente conciente y controla la motilidad mediando los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior.

Día a día escucho y veo programas de opinión, en los que invariablemente alguien termina haciendo valer su derecho de libre expresión a punta de parcializar el mundo en una visión personalista del escenario político o de la realidad nacional. Y esto no significa que llevar una postura considerada como errada o fuera de lugar, hasta las últimas consecuencias, sea algo traído de los cabellos. No lo es, y la respuesta está en el mismo derecho que se defiende. La libre expresión es un arma de doble filo que ha sido más que mal entendida, mal interpretada. La sinceridad y el desparpajo de la honestidad no son valores que se cultiven en sociedades como la nuestra, por lo tanto la responsabilidad está en un nivel de tono y no de ética. ¿A qué me refiero con esto? Por un lado tenemos este derecho que es supuestamente inviolable, pero por otro está el valor venido a menos de la verdad, tema del cual he hablado bastante en este blog.

Bajo la bandera del pluralismo se pueden esconder las canalladas más ruines. Pero, ¿Quién podría comprobar lo contrario, si cada cual tiene su punto y debe ser respetado? Si el presidente maltrata a la prensa y los acusa de mentirosos, tendenciosos y vendidos, ¿No está acaso en su derecho de decir lo que se le pegue la regalada gana? Hasta dónde y desde dónde los límites. Yo puedo salir a gritar a la calle barbaridades, defendiéndome detrás de mi libertad de expresión, y en teoría tendría derecho a hacerlo. Claro, la respuesta más fácil sería aquella que dice “mis derechos terminan donde comienzan los del otro”. Es decir, mientras no haga daño al prójimo, puedo decir lo que se me pegue la regalada gana (con guatita y todo). Qué postura tan ingenua, por favor, cada palabra es un dardo, cada verbo una esquirla de bomba, más aún en la política. Cuánta verborrea politiquera nos ha hecho daño como país, y los mismos medios que tanto se quejan ahora han dejado que pasen esos torrentes de demagogia, a veces sin filtro alguno. ¿Quién dice que la libertad de expresión no hace daño?

Es increíble como unos pocos (esos súper Yo que muchas veces sí le hacen honor al significado popular de la palabra Ego) manejan la estructura de pensamiento social, absolutamente maniqueísta. Siempre buscando nuevas polarizaciones que se ajusten al modelo mundial, pero que gracias al componente autóctono criollo parecerían salidos de aquí mismo. Cuando la división entre la izquierda y la derecha va mostrando líneas tenues e indefinidas, cuando los partidos tradicionales se van ahogando ven su agonía en la falta de líderes y el anacronismo de sus postulados, entonces nace una nueva pugna de poderes. Ego oficial versus ego mediático. Y ojo, que viéndolo así no sonaría tan complicado. Al bautizado “autócrata”, más se le escuchan sus palabras como berrinches de quién quiere tener la razón a patadas que como autoritarismos que vayan en a derivar en el tan temido régimen totalitario. Que no cunda el pánico (o que no panda el cúnico), ya que eso no va a pasar. Para aplicar medidas extremas es necesario llevar el contexto al borde. Si se quisiera eventualmente botar a Correa (lo cual dudo mucho), sería necesario dentro de esta lógica macabra, alentar el extremismo y el radicalismo Correísta, para justificar acciones de semejante peso. Ya lo vivimos con los botados anteriores, para qué explicar más.

Volviendo al tema, la verdadera complicación está en ese mismo pluralismo. En la heterogeneidad de pensamientos, ideales, intereses, necesidades, etc, que cada uno de los actores políticos y la sociedad en general, poseen. Cierto es que hay hilos conductores e intereses comunes, pero el universo del Yo imposibilita casi por naturaleza el consenso nacional. Es frustrante saber que en las esferas de poder el altruismo no existe. Que resulta más que obvio que, quien quiere gobernar un país algún tipo de ego desbordado tendrá para querer fajarse semejante responsabilidad. Que no necesariamente el político es aquel que se metió en el ruedo por plata, sino que, como el memorable Cuentero de Muisne, hay aquellos que lo hacen por la simple necesidad de alimentar un ego desnutrido por la falta de reconocimiento… Y muchos lo han logrado…