Ídolo

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Morrissey

viernes, julio 27, 2007

37º2 en la mañana...


¿Dónde estás, Zorg?


"Ça fasait longtemps que je cherchais un sens a ma vie. Betty était la chose la plus importante qui me soit jamais arrivée..."

Sin la memoria fisológica que al menos me prevenga de lo que vendrá después... Como el insoportable aquel que narra la película detrás de nuestra butaca en el cine. Con esa ventaja de segundos que nos permitirá conocer un final sin tener que pasar por él. Podríamos decidir salirnos a media película y quizás quedar algo salvos del mal final de una película mediocre.

Sin la memoria corporal que me anuncie la llegada del día y me deje abrir los ojos a las 7am. Sin esa memoria. Con 37º y profundamente dormida. Saber que no se es. Que simplemente no se es, y que más nos vale servir para algo. Que es mejor eso a nada. Es mejor soñar que en una calle cualquiera de la ciudad pasa Sting con su facha soft punk de los ochentas... y que no pasa nada. Solo miradas inofensivas. Un sueño preciso y mediocre, sin riesgo alguno para las emociones.


Nunca pensé que preferiría el silencio. "Es mejor vivir solo hasta el día en el que uno no llegue a hablar estupideces". Estupideces incontrolablemente esclavas de la senectud y su sintaxis prófuga del sentido. Sostener un discurso sin olvidar los sustantivos.

¡Por Dios, qué imprescindible es sustantivar!

Llamar a las cosas como son. Pobres abuelos, se olvidan del nombre del objeto, mas no de su función. Quizás un boicot neuronal que socapa un miedo, se esconda detrás de eso. Lo innombrable, simplemente no existe. Pasa a ser absorvido por la dimensión de las palabras y su semántica. Y en esa no-existencia del sustantivo, cualquier acción se anula. El verbo existe en función del sujeto, sin él, su existencia linguística pasaría a ser meramente fonética. Ruidos. Todo lo que no tiene nombre, deja de existir... Y el que tiene oídos que escuche, como ya lo dijo jesuschrist (léase en inglés para que suene más bonito).



¿De qué vale saber para lo que servimos pero ser nadie? Anular la acción por dejar que los momentos se sucedan sin ser dueños de sus propias riendas.

¿Usted cree que tiene un nombre y eso es suficiente? En verdad no se ha dado cuenta de que su función objetiva cambia cada segundo. Usted es utilitario para sí mismo y para los demás, y sus acciones marcan la etiqueta que reluce a lo largo del día o a lo largo de toda su existencia...

En fin. Ahora mismo soy tipeadora, soy escucha y soy oficinista. Más luego seré transeúnte y después pasajera. Por solo narrar las funciones mecánicas y superficiales de un momento, dentro de un día común. En fin, a quién le importa.

El problema está en lo borrascoso y lo difuso. En eso que no se halla, que se busca y jamás se encuentra. En mirarse al espejo y decir: ¿Cuál es el sustantivo para esa función que sé que existe pero que no la puedo hallar?



Betty está buscando algo que no existe...

Por eso, hasta encontrar a Zorg, hasta siempre....

Donde quiera que esté... hasta mientras, mi mejor cara de nada, como alguna vez alguien pusiera de comment en este blog...

O mejor, la mejor cara uni gestual del rey de la nostalgia jocosa:




acompáñese esta foto con Downtown Train de Tom Waits






lunes, julio 23, 2007

Un domingo en el estadio o el boicot de la prudencia





Yo solo quisiera poder recordar todos los insultos del viejo desdentado que estaba sentado detrás mío, para poder volver a reírme. Un racismo contextualizado a la bipolaridad anímica de un partido de fútbol. Quito-Liga. Jamás fui a uno. Nunca estuve en un partido del campeonato nacional (¿sería de eso?). Es más, la última vez que fui al estadio a ver un partido de fútbol fue hace diez años...
"Negro sucio anda mejor a vender cocadas". Xenofobia pura si descontextualizamos el insulto. Pero dentro de los graderíos del estadio, todo es aceptable. Es más, mientras más grite e insulte, mejor. Usted es un buen hincha. Pasional. Escupa el hígado o el corazón tranquilamente. No pasa nada. Si durante la semana usted es un ser gris absorbido por la rutina, si tiene un talante pusilánime y laxo, este es el lugar preciso para acelerar las revoluciones de su cerebro y de su lengua. “Al estadio se va a descargar”. Sin duda, la mejor terapia antiestrés que muchos hombres podrán encontrar.


Yo por supuesto, ayer domingo no tenía la más mínima gana de presenciar un partido desde las gradas de general. Sin embargo, mi amigo me convenció “para aclimatarme”, ya que no nos dejaron entrar a hacer la entrevista que debíamos realizar, porque que no teníamos carnets de prensa acreditados por AFNA. ¿Qué demonios es AFNA? No importa. No teníamos plata, apenas juntando centavo por centavo nos alcanzó para las dos entradas. Mientras, una barra de la Liga en los exteriores del estadio cantaba y saltaba alentando al equipo. Mi amigo tomó su cámara, instigado por mí, y se puso a grabar el barullo. De repente, un muchacho pelilargo y algo hosco: ¡no filmes loco, apaga esa cámara!


La sumisión siempre funciona en esos casos. Mi amigo tranquilamente apagó la cámara y cedió sin chistar. Más le valió. Era la “muerte blanca”, una de las barras más bulliciosas, jaraneras y exageradas del estadio, así como una de las más temidas. En menos de cinco minutos fuimos testigos de un inicio de bronca con un hincha del Quito, quien por demás habría sido ganador, si la posible turba “blanca” no hubiese estado presente. Insultos iban y venían de un lado y otro. El muchacho fue identificado por nosotros simplemente como: malo malo. Un tipo veinteañero quizás, con cara de malandrín urbano temático: facha de metalero o hardcore punkie. Y qué decir de sus secuaces, todos llevaban la misma “línea de ropa”. Sin embargo, pese a la actitud crispada y audaz del truhán futbolero y sus prosélitos, el altercado no se dio. Continuaron gritándose desde lejos y ya que pasamos en plena línea de fuego de insultos, el muchacho malo malo miró a mi amigo y le recordó su pasaje al otro lado sano y salvo: ¡y vos! ¡Más te vale no seguir filmando!

No loco tranquilo, no estoy grabando.


Terminábamos apenas de respirar por la salvada aquella (ya nos habían advertido que a esa gente no les “gustaba” que les filmen, y que eran algo agresivos, por así decirlo), cuando en segundos piedra, palos y botellas empezaron a llover frente a nosotros. Los “muerte blanca” enfurecidos gratuitamente agarraron a un hincha del equipo contrario y golpes y patadas caían sin reparo. Logró escapar pero ahora el enfrentamiento era de lado y lado. Un par de policías sin voz de mando intervinieron vagamente, mientras nosotros tratábamos de protegernos de los artefactos voladores. La preocupación principal era el auto que se hallaba junto con otros tantos, en medio de la gresca.


Luego de lograr sacar el auto de allí y estacionarlo cómodamente en un centro comercial (oh bendita seguridad prefabricada), logramos entrar al estadio, al sector del Quito, ya que mi amigo es hincha de ese equipo. Entonces, con el sol desahuciante de las doce del día fuimos en busca de puesto. No había ni dónde poner un pie, salvo junto a la malla colindante con la “muerte blanca”. Conseguimos acomodarnos en las gradas, bastante abajo y cerca de la mitad de la cancha. No hay paz. Imposible seguir el hilo del partido cuando debes sortear el constante roce de un vendedor ambulante que desea pasar a gritos. ¡Papas con cueeeeeeeeeeeeeerooooooooooooo!


Por lo demás, decidí entonces adaptarme al momento que estaba viviendo. Maldito poder de concentración sin esfuerzo que nos ha convertido en seres ADD (atention deficit disorder). El facilismo de lo virtual llegando a mi propio discernimiento lúdico: descubrí que me es claramente más fácil concentrarme viendo un partido de fútbol por tv que en el estadio. Me costó seguir la pelotita, más no ser partícipe de una nueva mímesis. Si quería disfrutar y ser un Zélig más de la ocasión, debía tomar partido por uno de los dos equipos. Si estaba en la barra del Quito, entonces sería hincha del Quito.



Y así, emocionándome por cada llegada al área contraria, por cada intento de gol, fui partícipe de un fenómeno del estadio: el comentador solitario/colectivo. Nadie le habla al de al lado cuando de comentar o insultar se trata. Todos hablan para sí mismos pero con conciencia colectiva. Un extraño caso de ensimismamiento que trasciende las barreras del Yo. Cualquiera puede ser tu amigo, cualquiera puede ser tu enemigo, dentro de esa lógica. Insultos al aire, insultos dirigidos. Decepción por malas jugadas. ¡Por qué no le sacan si es un asco! Se adora a la idea abstracta de un equipo, como dice la canción: cielo y tierra pasarán más su palabra no pasará… Cientos de jugadores pasarán pero el equipo no pasará. Una analogía con la adoración a una deidad. De ahí la divinización del fútbol. El jugador como una unidad puede ser bueno o malo, pero eso no hará que el verdadero hincha deteste al equipo, porque el equipo no son los jugadores, ni sus individualidades, ni la suma de ellas. El equipo es, y existe más allá de eso.

En parte por eso el negro sucio se puede convertir en negro lindo si hace un gol. O el negro del equipo contrario será abucheado con onomatopéyicos uh uh uh uh (que emulan el sonido que emite un orangután). Esa idea de la trascendencia de las verdades y las seguridades es lo que me interesa del fútbol. Ese traspaso de congruencia pero no de sentido, ya que en el fútbol la lógica es precisa. Esa bipolaridad de sentidos y significados está manifiesta en el hecho de que es una batalla de dos bandos y se rige en un principio, por las reglas de la guerra. Además de las superposiciones que se pueden dar sobretodo por la estructura y la dialéctica con la que se mueve todo el universo futbolístico. Así tenemos la circulación de los jugadores que van de un club a otro, y los seleccionados procedentes de varios equipos. El método exige cambios de perspectiva por parte de la hinchada. Se puede amar y odiar en una misma lid, pero esa diferenciación inconsciente de momentos y funciones opera con una precisión asombrable.

El hombre desdentado no será un insultador profesional o altamente ingenioso, pero sus pasiones futbolísticas se mueven con esa lógica polarizada, adaptable y mimética. Zonas de rebote, una especie de zona franca, una franja de gaza en donde el racismo expresado abiertamente termina siendo inofensivo y jocoso. También el tino y la prudencia pueden sufrir sus boicots…
Finalmente creo que mi decisión fue acertada. El Quito ganó 1-0 a la Liga, cuando las esperanzas de gol estaban casi perdidas. La estrella del partido fue el arquero del Quito quien tapó todos los intentos de gol de su rival. Happy End.

miércoles, julio 18, 2007

La dictadura del automóvil

Quito. 12h00. 26º. Intersección de la República y la Amazonas, sector Parque de la Carolina y Mall el Jardín. Le invito a hacer la prueba del cruce continuo. Imposible. Deberá hacer por lo menos tres paradas entre cruce y cruce, dependiendo de hacia qué lado desea ir. Cuando el semáforo de la una vía se pone en verde, cualquier ser humano racional entendería que es el momento de cruzar, pero ¡NO! No lo haga, porque entonces quienes quieren curvar hacia la derecha le arrollarán sin piedad o por lo menos le pitarán, eso si logró salvarse de los poco ingeniosos insultos.





¿Por dónde mismo hay que cruzar vea?






Definitivamente Quito es una ciudad agresiva y hostil para el transeúnte. Su planificación urbana cada día obedece más a la lógica del automóvil, la cual vendría a ser la lógica del volante. La lógica del status quo y la comodidad. Una ciudad que cada día busca soluciones viales sacadas de un sombrero de mago, puesto que sus vías no dan más abasto para el incansable y creciente parque automotor, que de parque no tiene nada. Simplemente nadie estaría dispuesto a sacrificar su “nivel de vida” por volverse un mísero, pobretón o hippie transeúnte. Puesto que en una sociedad de linderos y anhelos de vida tan reducidos como ésta, tener un auto llega a ser una de las máximas metas sociales. Claro, dependiendo del nivel socioeconómico, ya que en el medio/alto, este artefacto es simplemente utilitario, e inconcebiblemente dejaría de existir dentro de su planificación de vida.





Transeúnte, según la tipología absurda urbana




Y entonces qué. ¿Acaso quienes preferimos usar nuestras piernas estamos condenados a ser la última rueda del coche? De ese coche que cree tener preferencia en cuanta calle y avenida aparezca un pobre caminante confundido por tanto semáforo que a veces debe sortear al vuelo. O simplemente hacer uso de la típica cruzada “indio bestia”. La cual, por demás funciona mejor que esperar un verde que muchas veces es tan falso como el bigote falso de Groucho Marx. Por ejemplo, en el semáforo que “permite” el cruce de una parada de Trolebús en la 10 de Agosto y República, se debe calcular el tiempo estimado que le tomará cruzar, ya que la duración del verde es más efímera que beso volado. Si usted llegó tan solo unos segundos después de que el muñequito se encendió en verde, de seguro se quedará a medio camino. Solución: Atravesar la avenida corriendo. Increíble la falta de respeto. Ni hablar de cómo cruzarán ancianos y discapacitados.





¿Será este el transeúnte típico?





Por otro lado está el problema de la contaminación y lo irrespirable que se vuelve esta ciudad, más aún en verano impío. Por supuesto quienes viajan cómodos en sus autos no sentirán directamente sus efectos, ya que con los vidrios cerrados y el aire acondicionado de alguna manera se palian las molestias inmediatas. Igualmente estarán respirando aire contaminado, pero no tendrán que pasar por el terrible baño de esmog que un bus lanzará al infortunado aquel que se halla esperando en la parada…

Entonces, si esta ciudad se adapta día a día a esa estructura lógica que elimina el tránsito humano por el tránsito de máquinas, estamos nuevamente obedeciendo a esquemas de vida que van reduciendo los espacios subjetivos y los trasladan al dominio del objeto. Una constante deshumanización que parece no tener fin, en la cual, sociedades poco creativas y administraciones mediocres, aceleran un proceso innecesario con el único fin de mantener contentos finalmente a quienes representan el grupo de mayor poder adquisitivo. Contrariamente a otras ciudades y a grandes metrópolis mundiales, ser un transeúnte y no tener auto en Ecuador, significa ser chiro, es decir, pintar poco en este cuento de poder. No tener ni voz ni voto. Pero esos seudo planificadores urbanos “de a cuarta” se olvidan de que precisamente vivimos en un país donde la mayoría de la población está justamente dentro de esos estratos socio económicos bajos. Y esos también son votos ¿No? Sin embargo, qué pasa. Sucede que, como la ruin estructura escalera y el acondicionamiento social se han cimentado sobre el clasismo y la dicotomía rico/feliz, pobre/triste, entonces hay una programación mental dentro de ese sector acallado que traducirá la incomodidad de vivir en una ciudad adecuada para la circulación vehicular, como una simple consecuencia de su condición social. Nada más falso, miserable y maniobrado que eso.




¡Oh ciudad aquella!




Me produce desazón entender que el futuro de esta ciudad es eliminar el afuera, el contacto con la calle y la gente, esa vida de barrio que tanto se añora, puesto que la lógica del automóvil es la de una pista de autos, la de una speed way, en donde no queda espacio para nada que no sea el “llevarme a”. Esto trastoca la lógica misma del espacio y sus usos sociales, arrebatándole todo sentido de colectividad, derivando en una primacía absoluta del Yo…

La ciudad conteiner con vías que servirán únicamente para trasladarse de un lugar cerrado a otro. Un Quito enclaustrado en pleno Siglo XXI, con ese tremendo sol y aquel paisaje espléndido. ¡Qué pecado!

viernes, julio 13, 2007

Holograma

Finalmente podría decir que existe una posibilidad cuerda y consecuente de entender la desencarnación de las sociedades. Un proceso que derivó en una necesidad de materializar lo abstracto (la modernidad) se revirtió pero para llegar al punto de materializar esa abstracción dentro de la imperceptibilidad (post modernidad). La muerte de la materia, pero de aquella que conforma una realidad substancial y pletórica de significantes. No de la materia desecho, la cual surgió como pesa equilibrante dentro de esa ausencia de significados que la reducción del pensamiento occidental trajo consigo al polarizar la realidad socio política. De ahí que el consumismo sea una respuesta al modelo reinante y a la primacía del Capital.

Ese exceso de objetos de función perecible y de una practicidad portentosa, acarreó consigo una vacuidad o quizás procede de esa misma vacuidad que la pérdida de subjetividad del pensamiento materializado trajo, al hacer de la ficción (eso que no tiene sustancia y forma parte únicamente del mundo de las ideas) un pedazo de realidad. La ficción y su imperceptibilidad, su ausencia de carne, convirtieron al soporte (material sobre el cual está plasmada) en la materia de encarnación dentro de la realidad. El momento en el que todo aquello entra dentro de la cotidianidad, se produce entonces un vacío objetivo. El desprendimiento de la subjetividad al trasladarla al nivel del objeto deja huecos dentro del pensamiento universal. Entonces viene la primacía del objeto sobre el sujeto.

Si la literatura y la filosofía entraron dentro de la realidad material a través de un soporte de papel, como lo es el libro, aún se podría defender su inmaterialidad dentro del poder inigualable de abstracción y ficción de las palabras. Una construcción absoluta del lenguaje que aún no produjo mutaciones ni traspasos de la ficción. Innegable es que con la llegada de los medios audiovisuales, empieza este proceso de desplazamiento de la materia subjetiva por la materia objetiva. Entonces esa materia procedente de la ficción absoluta (la tv, por ejemplo) va desalojando poco a poco a la realidad objetiva, la cual va perdiendo su lugar y a la vez dejando un espacio sin rellenar que será reemplazado -por supuesto- por el consumismo y la creciente necesidad de objetos perecibles que rellenen ese espacio vacío objetivo.

Esa voracidad que produce la inmediatez es tan sólo producto de la pérdida del sentido a causa de una falta de significantes, y a la vez se debe a esa necesidad de recuperar el terreno perdido, mejor dicho, reducido por la acción de la virtualidad de la sociedad (el avanzado uso de las tecnologías). Este proceso de abstracción materializado ya sin carne (en sentido figurado) dentro de ese universo virtual, hace que se pierdan los perspectivas, por lo tanto la ausencia de ese sentido básico de lo palpable es lo que da origen a las megalomanías absurdas de las sociedades: consumismo extremo que genera objetos inútiles que producirán universos de basura y chatarra inservible (un mundo material de desechos, donde reina el sinsentido). Ello proviene claramente del abuso de la naturaleza y del medioambiente que destruye nuestro hábitat, lo cual es lo que ya está pasando ¿no?

Ahora, dentro de este mundo de objetos carentes de significado por sí mismos (la pérdida del símbolo y su poder de abstracción) se necesitan nuevos niveles de abstracción, y por supuesto, espacios limpios. Estos espacios serán eminentemente virtuales y su materia de soporte -lo desechable- serán esos objetos carentes de sentido, cuya recarga de significado dependerá únicamente de su capacidad de ser contenedores de virtualidad (por ejemplo: computadores, televisores, celulares, i-pods y demás). Así, en el futuro -arbitrariamente hablando- pues cada día se tendrá una mayor necesidad de huir hacia mundos virtuales, hacia esa ficción que perdió su poder de abstracción e inmaterialidad, y que poco a poco se ha convertido en la realidad objetiva. Realidad que adquirió potencia gracias a la mimesis del objeto, para volverlo tan solo una representación del mismo. Un holograma.

martes, julio 10, 2007

Aforismos, refranes y sentencias de Don Groucho Marx

Sin nada más que hacer que distraerme en nimiedades para evadir lejanamente mis responsabilidades laborales, les presento una selección del ingenio mordaz del memorable Groucho Marx.



Espero que lo disfruten como lo hice yo (cortesía de Amaranta), y si tienen alguna otra frase ingeniosa del mismo autor o de quien les dé la gana (incluídos ustedes mismos), ya saben, la cajita de comentarios aguanta todo.


Nos veremos en un momenTOOO (si las entelequias leopoldo maría panerescas lo permiten)









Yo creo que lo más importante en la vida son las pequeñas cosas: una pequeña mansión, una pequeña fortuna y un pequeño auto deportivo.

Hace poco me premiaron en Iowa. Y luego en París. Dios mío, cambiaría todo eso por una erección.



Mucha gente sostiene que el matrimonio acaba con el romance. Estoy de acuerdo: cada vez que tengo un romance mi mujer trata de acabar con él.



Es muy agradable estar casado de nuevo y pensar en todas las insinuaciones que podré hacer a mujeres desconocidas en cuanto me divorcie.



Hay épocas en las que estoy casado, y hay épocas en las que tengo secretaria.



Finalmente me di de baja. Me niego a pertenecer a un club que me acepte a mí como socio.



Con el paso de los años he ido simplificando mi vida hasta lo único que tiene una importancia capital: el juego y el sexo.



La diferencia entre la política y el matrimonio es que en política has de acostarte con cualquiera.



Sólo hay una cosa más falsa que mi bigote: yo.


En 1959 asistí a 336 cenas. Sólo fui invitado a 12.


Mi perro no me dirige la palabra desde que le mordí.


En materia de animales domésticos, no hay ninguno que se pueda comparar con una sencilla corista carente de pedigrí.


Me ha dado por la filantropía. En vez de pagar impuestos voy a destinar mi dinero a la Fundación para el Cuidado y Mejora de Mr. Groucho Marx.


Arthur, hijo menor de Groucho le espeta: "Papá, el hombre de la basura está aquí". A lo que él responde: "Dile que hoy no queremos".


Tras mi último divorcio, mi vida sexual se reduce a las cartas de admiración de una lesbiana de edad madura que necesita que le preste ochocientos dólares.



Las mujeres tienen infinitamente más tiempo libre que los hombres: ellas no están ocupadas todo el día persiguiendo mujeres.


¿Quién puede pensar en suicidarse estando el precio del gas en 48 dólares al mes?


Yo sólo me siento a la mesa de un político si paga él.



Las películas no me hacen justicia. Ninguna cámara puede captar mi belleza interior.


En la industria del cine, detrás de cada hombre hay una gran mujer. Y más atrás, su esposa.


Mire que dar una fiesta y no invitarme... He estado a punto de no venir.



Ser viejo es tener más ataques cardiacos que erecciones.


El intelectual es un tipo con úlcera, caspa y lentes de aumento.


Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis, y para cuando se han curado de la indisposición, se dan cuenta de que se han casado.


Poseo todas las taras físicas que los anuncios de televisión prometen curar en 24 horas.


No me casaré hasta que encuentre a la que me haga gozar más que una partida de póquer.


Lo que veo más obsceno en una mujer es que opine.


La bigamia significa literalmente tener una mujer de más. Bien mirado, también en el matrimonio se tiene una mujer de más.


Siempre he soñado con ir a la cárcel por maniaco sexual. Si no lo he logrado, ha sido porque me ha traicionado el físico.


Cuantas más faltas de ortografía hay en la carta de una admiradora más hermosa sé que es.


Hemos salido de la nada para alcanzar las más altas cotas de miseria.


La televisión está creando una generación de imbéciles entre los que se encuentran mis nietos.


Las letras, el intelecto y el buen gusto no forman parte del 'American way of life'.


Invitación a una cena en casa de los Marx: "... los hombres no necesitan vestirse de etiqueta y las mujeres no necesitan vestirse..."


Epitafio de Groucho Marx: "Disculpe, señora, que no me levante".



lunes, julio 09, 2007

Ese ya es otro tema
Poder reír entre desconocidos es una gran satisfacción. Llegar como un pequeño inserto a la vida en conjunto de un grupo de gente es ventajoso y a la vez, extraño. La ventaja de ser nuevo. La extrañeza de hallarse descontextualizado, y que en unos pocos minutos se deba adaptar la analogía coyuntural de toda una existencia. Por más de que sean unas pocas horas frente a una chimenea, bebiendo, comiendo, riendo… Hay algo que siempre deberá calzar perfectamente para que los espacios vacíos no lleguen a incomodar.


Acepté una invitación el sábado con unos perfectos desconocidos. Para mí no fue algo traído de los cabellos, tomando en cuenta que por lo menos conocía su origen. No es difícil saber en esta ciudad con quién se está tratando. Además de que, de alguna manera, siempre nos relacionaremos con la misma gente y estaremos conectados socialmente sin planificarlo. Y así fue que al pasar las horas, quizás el alcohol y mi buena disposición (esto es imprescindible, no es por hacerme la bacán) hicieran que las cosas se sucedan como si nos conociéramos desde tiempo atrás. Descalzos todos, topándonos los pies y jugando con ellos sin ninguna vergüenza. Burlándonos de las medias y sus colores. (Cuando se llega a ese punto de confianza, es cuando las conversaciones adquieren cierta complicidad)

Las conversaciones no las recuerdo, recuerdo la noche y las risas. Los chistes colectivos y los sobrenombres. Todos desparramados en el piso escarbando vidas ajenas dentro de un cajón lleno de fotos viejas. Mirando escenas desconocidas, inventando historias a esas imágenes. De repente, un hombre con barba y bigote que se había suicidado... junto a él, una mujer sentada como si fuera una fotografía del siglo diecinueve. De esa y tantas otras más que fueron cosiendo la vida de un hombre guardada en aquellos instantes paralizados. Ese hombre que ya había muerto –de la manera más extraña y fulminante-, era el padre del dueño de la casa.

Recuerdo estar oyendo música estupenda y haber reconocido una canción de la Sonora Matancera que alguien puso. Me encantó poder confesar que adoro la Sonora Matancera. También las últimas horas de madrugada, antes de que la noche muera, cuando inevitablemente –y debido a la escasez de mujeres- terminé como es usual, siendo la única mujer. Y entonces, la confesión: “La verdad nos sorprendió que hayas aceptado venir hoy con nosotros, pues recién nos conocías”. Increíble, entonces lo escuché. Supo venir esa frase en el momento adecuado. Ni modo, siempre las convenciones y las maneras sociales adquiridas serán más fuertes.

Sin embargo, eso no mató nada. No hubo cadáveres esa noche ni esa madrugada. El verdadero asesinato viene con el amanecer… pero ese ya es otro tema.

jueves, julio 05, 2007

El castigo de la desnudez

Tú eres la única forma,

lo grandiosamente tangible




Porque cuando no se tiene nada que esconder es cuando se han entregado las armas. La firma de rendición. La entrega profunda. La falsa paz.


Dios se burló de nuestra desnudez. Antes de tener algo, no teníamos nada y entonces éramos felices porque carecíamos de conciencia diferenciada. La necesidad impuesta nos condujo hacia el fracaso. Hacia la eterna búsqueda de aquello que nos hace falta para poder sostener una sonrisa prolongada. Y detrás de todos los telones dorados, lo único que hay es un vestidor. Mejor dicho, un desvestidor que nadie debe ver. Esa desnudez propia del fracaso será la evidencia constante de la pérdida. Por ello hay que ahogar la carne expuesta, no permitirle respirar. Siempre las falsas pieles funcionan y entonces el travestimiento alcanza aún a las intenciones.


Cualquier intensidad debe estar justificada detrás del personaje asumido. Mostrar un ímpetu de carne sería agotar la verdad. Porque la verdad se agota, se pudre de tanto descongelarla. La verdad de la carne debe recibir inyecciones de formol para que así no pierda consistencia. Una substancial realidad contaminada es permisible frente a la sinceridad del fracaso.

Las fórmulas de vida y supervivencia son tan básicas que todos saben en dónde no deben caer. En los brazos con piel de gallina. Es mejor sentir una buena textura acolchada y suave de las mangas de un saco de algodón con elastano al 10 por ciento.

Y las manos hay que cubrirlas siempre con guantes oscuros, para que poca sea la huella visible de lo que hemos tocado.

No hay nada peor que desvestirse frente a miradas de antifaz.

martes, julio 03, 2007

Gordita y Horrorosa

Señoras y señores, los vientos estivales han llegado. El verano está oficialmente instaurado. Solo toca esperar a ver qué nos traerán los ventarrones.


Sandra Ochoa, la gordita y horrorosa, ganando un premio periodístico.





Con respecto a mi supuesto fascismo xenofóbico del post anterior, mejor divirtámonos preguntándole al Presidente qué quizo decir cuando se refirió a aquella periodista cuencana "maleducada" como "esa gordita horrorosa". Seguro sus calificativos y su postura estética frente a la vida será más importante y valiosa que la mía. Así que no perdais tiempo en mi, ya que todo es producto -como diría mi pana Patinho- de una esquizofrenia alucinatoria con ira narcisista involuntaria...



Dejando de lado las sicopatologías colectivas, me fue estúpidamente grato que en un canal te tv. le hayan preguntado a la gordita horrorosa si tenía algún problema con ser gorda y que si se consideraba horrorosa. ¿What the hell? Pero por supuesto que nadie va a exponer sus complejos, más aún si ya estás en una edad en la que puedes manejarlos. Imagínense si por esos giros pendejos de la trama, la gordita horrorosa resultaba ser una adolescente. Se tiraba a llorar, sin duda. Sin embargo, la periodista cuencana con la frente en alto dijo que no tenía ningún problema con ser gorda y que con respecto al otro calificativo, pues mejor deberían preguntarle a quienes la conocen. Punto.



Opine por favor. Sí, usted.




Por supuesto que es una de las cosas más complicadas de la vida el reconocerse físicamente. Pero en tal caso, buena salida la de la periodista. Al fin y al cabo, lo que importaría es cómo nos ven los demás. Andar con un espejo por delante sería vivir en el limbo del no mundo. Y que Beetlejuice nos ampare.




Ahora bien, estoy de acuerdo con que el Presidente, la mayor parte del tiempo, escupe pedazos de hígado. Y esto no tiene que ver con decir las cosas como son sino con saber cómo decirlas. Correa debe aprender a usar el verbo, si lo desea, al servicio de la honestidad. Pero ser honesto no significa soltar la primera palabra que se me venga a la mente. Debe existir un mínimo de respeto, por favor. Respeto, tino, audacia y astucia. Sí, todo ello es necesario utilizarlo en distintas medidas para que el discurso no se convierta en enemigo de quien lo pronuncia.



Soltar que una periodista es gorda y horrorosa está totalmente fuera de lugar. Es un insulto descontextualizado y por eso hiere más. Si esto hubiera sido una pelea adolescente en donde cada cual se burla de los defectos del otro, habría sido entendible. Pero en una rueda de prensa presidencial en donde la apariencia física es lo último que interesa. Por favor, esto ya rebasa el límite de la ridiculez.




Moraleja: No es lo mismo decir que alguien es gorda y fea en un blog que lo leen los panas y dos que tres más, que decir lo mismo frente al país entero. A asumir dimensiones y responsabilidades.




Eso es todo, señoras y señores.