Ídolo

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Morrissey

miércoles, agosto 22, 2007

Por un puñado de dólares o como matar sanos

El poder de desmenuzar y quedarse con lo más impactante. ¿Existe acaso alguna manipulación que sea beneficiosa? Y lo digo porque manejar la totalidad de la información resulta imposible. En estos tiempos, luego de que los conceptos de conocimiento y sabiduría están relativizados, no es viable saberlo todo. Posiblemente día a día, la información se incremente cual bacterias en caldo de cultivo, a la vez que la solidez del pensamiento y su evolución se estancan dentro de un modelo de crecimiento socio cultural en donde, aquello que “hay que saber” se ha convertido en un guión armado gracias a esquemas reproducibles. En copias y reproducciones calculadas de un desarrollo que apunta hacia el mantenimiento de un establishment de acuerdo con las leyes del mercado. Y queda demás decir que el Capital cada día más rige sobre el Estado, lo quieran o no.

Precisamente ese conocimiento que día a día se nos va de las manos, es transformado en coyuntura e información desechable, para que finalmente las esferas de poder puedan llevar un control total del contexto. Sin embargo, y pese a que ciertas maneras y recursos reveladores puedan sonar maniqueístas y parcializados, muchas veces son necesarios estos desmembramientos del juicio de las cosas. Total, la reproducción fiel de los hechos es irrealizable, y dentro de toda composición de juicio y pensamiento hay siempre un criterio selectivo. El hecho del lenguaje ya implica una selección y una acomodación de acuerdo con la lógica sintáctica. Uno piensa como habla. Es por ello que en este punto hablaré del cine de Michael Moore, el cual es tan punzante, decidor y revelador como parcializado y selectivo. Es el gran tomador de la parte por el todo, sin embargo aunque su función de vociferador de los sin voz, de héroe chismoso y protector de los pisoteados aveces puede sonar autocomplaciente, la importancia de las “verdades” que destapa no pierde valor frente a los recursos que utiliza para conseguirlo. Su agudeza radica en el lenguaje que él mismo se ha fabricado. En esa ironía “ingenua” y a la vez sagaz que maneja a la perfección.




Esqueletos informados





Siguiendo la misma línea argumental, estética y narrativa, Sicko, el último documental del contestatario Moore, es una nueva denuncia al sistema capitalista neo liberal, desde el negocio infame de las aseguradoras privadas. Increíblemente el “american dream” no cubre el aspecto de la salud de la población, y en EEUU básicamente si usted no tiene un seguro de salud privado, ya puede irse muriendo antes de hora. Pero según lo que muestra el documental, lo más terrible no resulta ello, sino la inverosímil y hasta ridícula realidad de las compañías de seguros, que de seguro dejarán morir a sus clientes por “un puñado de dólares”.

No soy amiga de contar las tramas de películas, pero necesariamente debo remitirme a un hecho presentado en el documental: el inicio de toda esa patraña. Nixon. Por supuesto, quién más si no. Aquel hombre sin sangre en la cara que fue capaz de mentir sin inmutarse a un país entero (por no hablar del mundo entero), quien no conforme con acabar con sus pesadillas rojas, quizás fue el mayor gestor durante la segunda mitad del S.XX de la construcción del sistema como lo conocemos hoy. No hay nada gratuito en las políticas de manejo gubernamental que actualmente vive ese país (y muchos otros), ni en la construcción de la sociedad como la conocemos hoy. Favorecer siempre al capital, lo que se traduce simplemente en el enriquecimiento de los de arriba. Todo ello con la simple ecuación: menos servicio, más ganancia.

Y así, mostrando las argucias simplonas pero prácticas y funcionales, el negociado aplicado al sector de la salud es desvelado, lastimosamente sin mucho eco hasta ahora. Una cinta magnética (quién sabe cómo la consiguió) que contiene una conversación entre Nixon y algún asesor, nos deja perplejos al mostrar un diálogo al más puro estilo “el malo de la película”. Sí, increíblemente allí se habla del “excelente” negocio de las aseguradoras privadas, con risitas malvadas de satisfacción y todo. Y yo que pensaba que eso sólo pasaba en los dibujos animados que ve mi sobrino o máximo lo escuché del señor Burns de los Simpsons…

Todas las artimañas posibles e imposibles se barajarán para que si usted tiene cáncer por ejemplo, su tratamiento sea declarado como “no necesario”. Gente limpiando su conciencia y exponiendo los mecanismos de estas empresas ladronas, quienes luego de recibir bonos económicos por más pacientes rechazados, se les cayó la moral al piso y decidieron hablar. Casos y más casos de ciudadanos americanos, quienes al no tener seguro médico estatal (En los EEUU no existe la aseguración universal), han debido quedarse en la calle por pagar sus cuentas, ya que las empresas de salud contratadas, simplemente buscaron mil pretextos para no autorizar tratamientos, aún publicitándose con cobertura total. En su tradicional estilo jocoso, Moore presenta el listado de los cientos de condiciones preexistentes por las que un paciente podrá ser rechazado: con la música de la guerra de las galaxias y el fondo de pantalla espacial, las palabras se suceden unas a otras como en los créditos eternos de una película interminable. Y por otro lado, los peores casos: gente que ha muerto por enfermedades graves cuyos tratamientos y medicinas fueron denegados.

Por otro lado está la compra de poder. Uno a uno desfilan los senadores con un recuadro que les persigue cual su sombra mientras entran en alguna sesión especial u homenaje de cualquier cosa. Cada uno de estos letreritos muestra la cantidad con la cual fueron comprados por las grandes empresas de seguros y las farmacéuticas. Incluso Hillary Clinton, quien sería boicoteada por querer aprobar una ley de salud universal, lucía muy tranquilamente su cartelito de cifras (editado por el cineasta, claro). La esquizofrenia paranoide y psicoótica del comunismo está bien protegida detrás del mundo de la fantasía. Solo está admitido en el cine y uno que otro librito, eso sí, sin que se suba ni medio tono del tono permitido.

Quién diría.

Un pobre médico "comunista" inglés, pagado por el estado, quien vive en una casa de un millón de dólares...


La otra cara de la moneda -y allí es cuando más hecha mano del sarcasmo- son los viajes utilitarios a países con aseguración de salud universal, para mostrar que incluso en el primer mundo los “estatal” no es sinónimo de comunismo. Países como Canadá, Francia o Inglaterra en donde médicos, hospitales y demás servicios de salud son pagados por el estado pero con dinero del pueblo. El sistema de impuestos. Al parecer y según lo que Moore nos quiere descubrir, ello funciona. Y tanto así nos lo muestra, que no duda en llevar a Cuba cual balseros a un grupo de héroes bomberos del 11-S, en donde, por supuesto, la salud es gratuita. El grupo de héroes enfermos es atendido y más de una lágrima se derrama al ver cómo sus medicinas son irrisoriamente baratas allí, y son tratados como gente…

Muchas reflexiones quedan, esto es simplemente un pequeño sacudón. Aunque Michael Moore retacee la realidad y la presente a su conveniencia para denunciar un hecho social, no deja de tener un papel relevante su activismo desde el cine. Si John Lennon desde sus happenings y sus canciones bregó algún día por la paz y fue la piedra en el zapato del sistema, hoy en día necesitamos aún más esas voces desde las artes, con todo su contingente virtual y su poder mediático para de alguna manera despertar a la población del sueño narcótico en el que vivimos… No hay que subestimar el poder del show. Y después de todo, siempre es necesario un escupitajo al sistema…

miércoles, agosto 15, 2007

Cine Orgánico

Entre “Freaks” de Tod Browning y “Spun” de Jonas Akerlund podría decirse que existe un abismo infranqueable, sobre todo tomando en cuenta la distancia temporal de ambos filmes. Sin embargo, ambas películas comparten por así decirlo, un mismo espíritu. ¿Por qué saco a colación estos paralelismos forzados? Pues ayer he visto ambas películas –una detrás de la otra- y guardando las distancias sensitivas, he experimentado al ver ambas un hermano retorcimiento corporal. Por no hablar de lo visceralmente explícito de cada una. A su estilo, estos dos filmes persiguen y consiguen estremecer al espectador tras el uso y abuso (abuso no en el mal sentido) de una estética orgánica, anatomista y deformista. No únicamente el hecho de que Freaks presente como elenco a fenómenos de circo viene a ser el único recurso estético dramático que muestra la degradación de la carne: en Spun esta degradación es voluntaria y anti natura. Es una degeneración orgánica producto del consumo de drogas (la famosa meta anfetamina, Christal meth). Y es anti natura, a diferencia del otro caso, porque es causa directa de una acción concreta que aunque puede volverse autómata, es primordial y originariamente volitiva.

Está por demás decir que los protagonistas de ambos filmes son una tarea de Freaks, cuyas diferencias sustanciales pasan básicamente por la forma: ambos tipos de seres son despojos de una sociedad que no admite extremos de ningún tipo. Estos entes terminan convirtiéndose en seres “borderline”, escupitajos de la normalidad, indigestión de un banquete status quo. Una aberración de la normalidad. Y es precisamente en ese medio en el que sobreviven muestra el contraste con las exigencias de las construcciones y los aditamentos sociales que se hallan afuera de los perímetros de las mini sociedades que se han erigido para poder medianamente sobrevivir dentro de un medio que ya no es suyo. Un medio que los ha arrojado al margen de la vida.

Mucho se ha tocado el tema de la marginalidad en el cine, y sus diversas causas y consecuencias. Normalmente las causas parten de la exclusión social debido a la pobreza derivada de los modelos clasistas. Pero en el caso de Freaks y Spun, es la degradación del cuerpo la que arroja a estos seres al borde incluso de la realidad. Un infra realidad –por usar un prefijo que se acomode al caso- que parece estar constantemente pisoteada por lo evidente y sobre expuesto de la normalidad.

Freaks y Spun, como lo dije anteriormente, son películas de diferente género, estilo, estética y sobretodo concepción cinematográfica (mucho debido a las distintas épocas en las que fueron hechas), pero comparten una fibra en común: son películas altamente visuales, hay un efectismo logrado a través de lo orgánico, y cierto sensacionalismo que finalmente apela a una racionalidad dormida, que da paso casi exclusivamente a un teatro de sensaciones visceralmente estremecedoras.

jueves, agosto 09, 2007

Entre las hojas de la NEWSWEEK y un milhojas...

Por momentos la gente parecería tener miedo de sí misma. Nunca habrá suficiente recato si de mostrarse correctos se trata. Pero esa corrección de comportamiento es muchas veces insulsa. Demuestra nada, y nada más que una necesidad profunda de no ser otro. De no ser “el otro”. Ese espanto corregido y censurado es el que, al identificarlo en cierta gente, me molesta e incomoda.

Un almuerzo genérico de un seminario x, puede convertirse en un interesante escenario sociológico. Pero no soy socióloga y por momentos lo único que me pregunto dentro de esos momentos “correctos y corregidos” es: ¿dónde dejé mi corrector”. Posiblemente en la computadora o en el lavabo. Sin embargo, ya que hay veces en las que el contacto humano está predestinado aportar en una conversación oral tanto como un sordomudo, nunca faltarán las intertextualidades y las meta realidades. Así es, por ahí inicia el famoso “sociólogo”, tan odiado el pobre en nuestros medios por querer anticiparse al otro. Y lo que no sabe es que ese otro no quiere serlo, como ya lo dije anteriormente.

Entonces, luego de vencer el pánico escénico y el miedo/apego a la soledad (tillos), vinieron los concernientes: permiso, me puedo sentar en su mesa. Seguro, no hay problema. Y por consiguiente, las tan temidas preguntas políticamente correctas y los intentos fallidos de romper el hielo con una hoja de papel enrollada. Preguntas de reconocimiento, escáner insulso de vida. Dime en qué trabajas y te diré quién eres. Respondí vagamente y a continuación me dispuse a preguntar nada, prefiriendo leer mi ejemplar del NEWSWEEK obsequiado a la entrada. Consideré que siendo el ser humano sobretodo “posibilidad” –como momentos antes había oportunamente acotado el conferencista- decidí que era bastante posible divertirme más leyendo un reportaje sobre Angelina Jolie y su trabajo social con los refugiados. Su belleza me puede más, lo siento. Luego, quizás la política ambigua –ni chicha ni limodanesca- de Sarcozy seguramente sería más interesante que aquellas conversaciones profesionales de las que me excluí y de las que prontamente fui excluida. Probablemente sea yo la que me equivoque y esté alterando la alteridad al no querer hacer casas con planchas de conglomerado. Prefiero el ladrillo.

No pude evitar sentirme prematuramente extrañada (tardíamente quizás) de aquella llámese pose, postura, posición de eficiencia por sobre todo. Esa eficiencia que quiere convertirse en el nuevo término de moda dentro del mundo empresarial: la excelencia. Calidad Total. Se me paran los pelos al decir esto. El trío a mi derecha notó levemente mi existencia (quizás a causa de una de mis intensas miradas a sus gestos, sus platos de comida, y sus costumbres alimenticias y verbales), ellos preferían concentrarse en demostrarse eficientes al cien por ciento y por supuesto, ser el trío de la excelencia dentro de la empresa para la que trabajaban. Según lo que lograba escuchar, laboraban en un periódico, pero no pude adivinar cual ya que criticaban a cuanta gente consideraban reprochable y no pude reconocer ningún nombre de los que pronunciaron. Me dije: no son ni del Hoy ni del Comercio. Por supuesto, a lo mejor sí lo eran pero mi suspicacia no llegó a tanto.

Mientras, los dos de mi derecha, un hombre y una mujer ,(de otro nivel social) hablaban del sector público y del cochino poder que te corrompe y te quita la perspectiva. “Yo lo experimenté, cuanto tuve un cargo alto, me volví déspota y cambié, lo acepto…”. La chica perteneciente al trío de la excelencia me revolvió el estómago desde el primer momento en que la escuché ¿Recuerdan el tristemente memorable acentito aniñado de la papa en la boca? Sí señores, ¡todavía existe aquel hablado adolescente dentro del mundo de los adultos! No puedo decir nada más que una cosa: insoportable. Ella por supuesto era no solo la fiel representante de la corrección y la compostura, sino del mal social lingüístico que se ha convertido en un mal de pensamiento, por lo tanto de reflexión y análisis. El empobrecimiento de los adjetivos por el traspaso “equivalente” de términos sacados de una jerga mediocre y poco ingeniosa, que es la que padecemos ciertos quiteños. Todo es súper chévere, súper bacán, del puctas, tenaz, focazo, loco o una bestia. Y con eso se describe el mundo.

No tengo nada en contra del argot popular y los fenómenos socioculturales de los que procede y que genera. Pero insisto, es una jerga que dista mucho de la sagacidad y que la verdad es poco representativa de nuestra realidad, ya que somos esponjas de los otros -lingüísticamente hablando- y muchos de estos términos son tomados de jergas de países vecinos y ni tan vecinos. Este pseudo argot es un alcahuete de la pereza mental y el facilismo. Además de ser el tapa huecos de padecimientos generalizados como el ensimismamiento, el cual es una de las causas de la baja capacidad del serrano-andino para expresarse elocuentemente. Mis generalizaciones podrían ser arbitrarias, pero simplemente estoy lanzando teorías susceptibles a comprobación.

Por supuesto que hay gente en esta ciudad que habla impecablemente, aunque generalmente son “viejos” y cultos. ¿Es tan inalcanzable el expresarse correctamente para el común de los mortales? ¿Por qué otros hablan mejor que nosotros? Sí, otros. Javier Darío Restrepo (¿acaso no hay otro apellido en Colombia?), conferencista invitado para dictar el seminario “Responsabilidad social de los medios de comunicación” (vaya qué oportuno y oportunista seminario) es un común representante de la elocuencia colombiana. Esa capacidad oratoria (o muchas veces de labia) que es casi patrimonio del país contiguo nos hace pensar en una conspiración de Dios o de Manco Cápac y Mama Ocllo. ¿Quiénes éramos antes de ser conquistados? ¿Qué pasó con este pedacito de tierra que no ha podido sacar por ejemplo escritores ilustres de talla internacional? La tan mencionada invisibilidad de nuestra literatura que parte de ese ensimismamiento rayano del autoexotismo. Pero este ya es otro tema, algún momento lo trataré. Lastimosamente nos quedan cantidad de preguntas sin respuesta, que únicamente se pueden resolver medianamente con aproximaciones y normalmente con nuevas quejas…
Quizás todo parta de ese miedo de ser “otro” y de quedarse estancados en el sí mismo. Pero un sí mismo procedente de un yo colectivo que es un modelo absurdo de comportamiento, ciego y arbitrario, impuesto por quién sabe quién. Por lo tanto, eso de la pluralidad y la multiculturalidad, para el caso no sirven para maldita la cosa, y terminan convirtiéndose en términos apologéticos y paternalistas que se utilizan como estratagemas para referirse a los excluidos. Quienes por supuesto dejan de serlo el momento en el que se meten en el ruedo y dejan de ser “el otro”. Cuando aceptan la lógica del juego y se homogenizan con el yo reinante, entonces comienza el nuevo round de desconocimientos y exclusiones.

Y es tan fácil a la vez ser prófugos del sentido social y oler el miedo de los otros, reconocer su yo tiránico mientras se lee una revista y el almuerzo termina con platos casi llenos en donde se observa claramente que guardar la compostura y ser correctos es no demostrar ansiedad por la comida ni apetito desenfrenado (comerse todo el plato, dentro de ésta lógica, sería signo de aquello). Comer vegetales es síntoma de debilidad o de tonta confianza (eran vegetales cocidos), y engullir la cantidad total de los carbohidratos presentes en el plato (eran solo unas cuantas papas en trocitos) demostraría la más necia ignorancia en asuntos de nutrición: engorda. Por lo tanto, lo socialmente aceptado es bajarte todo lo que sea proteína animal y así dejar tu plato decorado con un verdor saludable…

Por supuesto, se tiene ciertas licencias. El postre imperdonable para todo quiteño será el deseado milhojas que según mis observaciones, es el favorito de todos. Ese puedes comértelo todo y no habrá problema. Es el último de los postres que yo escogería, tomando en cuenta que amo los dulces…

Increíble, el almuerzo terminó y al menos en mi mesa, si había un concurso de quién comía más, ganaba yo. Todos se levantaron para acercarse a la mesa de café con la intención de “bajar la comida”. Yo pedí un agua aromática, una solitaria y absolutamente impopular bolsita de manzanilla…

miércoles, agosto 01, 2007

Soy un hombre divertido...

Señoras y señores, este blog ya cumplió un año de existencia. Así de rápido, como dicen que ahora los días desde mediados de siglo en realidad duran 16 horas...


Happy Birthday to him.




Para celebrar tengo chocolates y una ventana de octavo piso desde donde veo la ciudad achicharrándose con este sol veraniego que ya me está colmando la paciencia. Aunque ello contribuya a que la ciudad pueda poner su mejor cara a los foráneos (léase alcaldes bolivianos que vinieron a copiar proyectos).



En fin, el verano ya se estancó, y la quemazón de los rayos solares entremezclada con vientos mentolados genera la eterna paradoja citadina. Nunca un verdadero frío, nunca un verdadero calor. Por eso, insisto, las incoherencias habituales son aceptadas con tranquilidad. Un buzo negro, unas botas de invierno, un poncho (sí, un poncho) y demás ingeniosas e incongruentes vestimentas se pasean por las calles contaminadas de Quito.


Siempre se podrá tener algo de frio, hasta en el calor más pomposo...




Un librito sobre mi gente linda...
Bueno, los pensamientos empiezan a cuartearse como tierra seca, o quizás sería mejor como edificio luego de un sismo...

Esa misma incongruencia de vestimenta producto de lo insólito de las incompatibilidades climáticas es la culpable de las escisiones dentro de la lógica urbana.


Y esa lógica desmembrada es aquella que deja espacios de pensamiento huecos. La pérdida del sentido común, o el reemplazo colectivo del mismo por una visión estrecha e incuestionable. El estancamiento de una ciudad que en sus construcciones materiales se "transforma" pero cuya lógica urbana y pensamiento colectivo se hallan en el más terrible enfangonamiento.


Por lo tanto, si cumplo un año más frente a este computador, significa que finalmente he aceptado los ciclos. Y la estructura temporal tal vez no sea tan solo una ilusión.

Por último, dentro de los manoseados silogismos y argumentaciones de este blog, me decidiré por realizar una fiestita virtual, con serpentinas, piñatas, ollas encantadas, payasos, magos, y el inigualable juego de las sillas ambientado con la no menos genial canción "soy un hombre divertido" de Wilfrido Vargas. Están todos invitados, y está por demás decirlo: el que quede último con la silla, gana.




¡Salud!





La piñata en proceso...