Ídolo

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Morrissey

martes, abril 15, 2008

¿Premio fantasma?



Hoy por fin tuve la revista en mis manos. Luego de algunas llamadas de felicitación, mensajitos alentadores y olvido voluntario, leí mi nombre junto al sellito que delataba mi posición. Todo felicidad, todo alegría, todo duda… No sé cuántos meses han pasado desde la llamada aquella que recibí en donde me comunicaban oficialmente el fallo a mi favor. Ok, gracias, chévere. Pero yo sigo esperando la plata. La que ya debería ser mi plata.

Gané el primer lugar en un concurso de minicuento del que acabo de enterarme su nombre. “Humberto Salvador”, en honor al escritor guayaquileño. Dicen que gané, según cito el texto publicado en la revista La Casa de la CCE, “por la novedosa temática planteada, la acertada caracterización sicológica del personaje, la opresiva atmósfera generada y la economía en el uso del idioma”.

En realidad no economicé nada, pues cuando lo escribí jamás pensé en poner a dieta mis palabras. Lo que sí hice fue una pequeña edición del original para que calce en los caracteres que solicitaba la convocatoria. Entonces, sí economicé, recortando el presupuesto verbal. Pero fue mínimo. De lo demás no quisiera acotar nada por el simple hecho de que suena bonito…



En fin, el cuento con el que ‘gané’ lo publiqué alguna vez en este blog. Estultolitos. El jurado estuvo conformado por Javier Vásconez, Jorge Velasco Mackenzie y Jorge Dávila Vázquez, todos escritores ecuatorianos de amplia trayectoria. Todo suena muy halagador, pero me pregunto, -aún entendiendo las limitaciones de los procesos burocráticos- ¿Por qué organizan un concurso si luego no van a poder responder? Y a los organizadores me refiero a quienes editan la revista La Casa.

Así que finalmente aún no he ganado nada, porque ni la nada despreciable cantidad de dinero, ni el lote de libros, ni el diploma ofrecido me han sido entregados aún. No queda más que seguir esperando, porque en vista de esta falta de liquidez, la húmeda idea de la rifa fantasma ha perdido vigencia, mientras las deudas se están bebiendo un café en mi honor...

martes, abril 01, 2008

El efecto rebote

Pilar pilastra viga. Junto a una miseria siempre habrá otra. De ser cierta esta afirmación estaríamos conviviendo entre elásticos. Enredados en ellos. Porque el espíritu de la miseria es maleable y dúctil. Que es lo mismo. Sintiéndonos de cierta manera libres en nuestros movimientos, pero sin reparar en que estamos atrapados en esa docilidad de la tristeza…

Siempre hay un arrullo entre las cortinas. Cuando son cuerpos opacos no refractarios, ni siquiera la mínima refulgencia de una gota frente a la luz artificial de un foco de 20 watts impide que el sonsonete del llanto se convierta en un himno monotonal. A veces una octava de más. A veces perfecto. Hay una estructura escondida en la aridez nostálgica. Un sistema de riego que gira en círculos y no entiende de redundancias estériles. Nada se siembra, nada se cosecha. Pero no importa. Así es la tristeza, embaucadora y mimética.

Si la tristeza es un desierto barroco, la miseria es una iglesia vacía. Como ya lo decía Víctor Hugo, existen dos tipos de miseria: la del pobre y la del descorazonado. Conclusión más vana: miseria es tener poco o nada de algo. Nuevamente la ausencia funda la estrechez. Porque la carencia lo único que puede hacer instintivamente es anular. Sellar. Así, la miseria para existir, toma prestada la partitura a la tristeza. Se desborda en ella, y se hace parte de la cantiga. Una romanza pentatónica, entre arias de un laúd y una dulzaina. Es solo un símil sinestésico. Porque la miseria no puede ser más que una monofonía.

Finalmente esos ecos que se pretenden sinfonía son tan solo rebotes del sonido y sus ondas vibratorias. El tono es el mismo. No hay armonías en la miseria. La tristeza, por el contrario, canta en una escala descendente. Sus disonancias son choques de júbilo. Por eso hay momentos de plenitud en los que se prueba la resistencia del elástico. ¿Hasta qué punto se puede moldear sin romper? La adaptabilidad es patrimonio del desconsuelo.

Hay que reescribir la canción…