Ídolo

Ídolo
Morrissey

miércoles, julio 30, 2008

Lo last

Once I wanted to be the greatest
No wind or waterfall could stop me
And then came the rush of the flood
The stars at night turned you to dust

Chan Marshall


Hay que cesar mostrando los dientes y una sonrisa afilada capaz de destajar la inconstancia.


Desteñir el deseo






Una Carmen blanca se paseaba ayer por las calles del centro de Quito. Y llevaba falda.
Muchos silbidos y besos al aire. Ella dislocaba los rostros lacerados de transeúntes-mendigos, de policías y vagos. De funcionarios del registro civil. Era el amor descolorido de todos. Faltaba sol y perpendicularidad. Todos se sometieron a sus flores blancas.


Carmen caminaba y reía. Disfrutaba de ser Carmen de níveo exotismo en tierras oscuras. En el norte, ella teje, cocina y ama a su marido. Aquí es Carmen. La Carmen de Bizet.

Yo hablo con ella -pretendo dominar un idioma melcochoso y huidizo- y reparo en su nariz perfecta. En sus frente de precisión geométrica, y sus ojos elípticos en alto relieve, sin profundidad. Es una escultura marmórea de cabellos rojizos. Un vino tinto regado sobre sus hombros. Una cola de caballo. Un vino tinto regado sobre sus hombros. Sus manos no dejan de ser más.


Y yo soy menos. Porque no entiendo de qué color soy ahora. Y me miro en un espejo rodeado de mil luces, abandono el camerino. Y miro a Don José, mestizo, grueso y fibroso. De una raza anónima, inexplicable. De una ausencia de pestañas, ojos y mirada.Carmen y su belleza nos abofetean. Una gringa aquí sí es Carmen.

Cómo es posible. Lo es. La gitana seductora de Bizet se convierte –de pronto- en el negativo sobreexpuesto de la efigie mediterránea. El frío por el calor. Quemándonos todos con hielo seco.

Hoy voy a la ópera. A ver a Carmen.