Ídolo

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Morrissey

domingo, marzo 15, 2009

Verde por fuera, roja por dentro



Hoy he visto una sandía y he sido incapaz de comerla. Hoy me desperté cinco veces en la madrugada, soñé que compraba un nuevo pantalón, que era bonito y barato pero no me calzaba. Sé que en cada ruptura de estado, empezaba un nuevo sueño y uno de ellos fue triste. Eso lo sé pero no lo recuerdo. Hoy regresé otra vez a la cocina, volví a ver a la sandía y no quise diseccionarla. Era tan perfecta y verde, y yo tan amoratada y despeinada.


Hoy me puse a ver una película cursi, casi lloré con ella y me dieron las doce del día, cuando apareció él, me sonrió, me miró con cariño y me dijo: ¿Quieres un poco de sandía? La fruta que yo no me atreví a comer aparecía cercenada en sus brazos, mientras la cuchara cavaba su pulpa roja, medio descolorida, una y otra vez. “No está tan buena”. Yo miré la sandía y tuve ganas de llorar. Su redondez ovalada, su perfección inviolable, el absolutismo de su forma. “Está desabrida, le falta dulce”. Me metió un par de cucharadas en la boca, escupí las pepas, casi lágrimas petrificadas. Yo también iba a comer la sandía hoy en la mañana, pero me dio pereza. “Lo sabía, porque eres una vaga”. No lo soy, sólo soy abúlica. Sonrisa de medio lado. Beso. Pasos.

1 comentario:

Mr. H3rv45 dijo...

Todos los seres vivos que se mueven, tienden a no malgastar energías si no hay un beneficio.