Ídolo

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Morrissey

miércoles, abril 08, 2009

¿Qué pasa cuando todos se van?



“Una vez me quise ir por amor, pero al amor no le interesó que yo me fuera”. Ella mira fijamente y sonríe, tiene ojos negros, cabello negro perfectamente alisado en un corte Cleopatra. Habla rápido, a veces atropella las palabras. Viste impecable en alto contraste. Blancos y negros. Llega rápido, levanta el aire. Sonríe bastante a pesar de que todos sabemos que está cansada pero no lo demuestra. O no quiere demostrarlo. Acaba de llegar al país. Nunca había leído nada suyo, no sabía nada de ella. Él último narrador cubano contemporáneo que leí es Pedro Juan Gutiérrez. Pero ella habla de otra cosa, de la misma Cuba post-revolución, la Cuba malherida, pero a la vez de otra Cuba. Es la Cuba chiquita, simple e inconmensurable a la vez. Es la Cuba niña, la Cuba paria, la Cuba otra, la Cuba con sal. Aquella que le tocó vivir a Nieve. Llamarse así en un país de clima tropical es un despropósito y ella lo sabe. Nieve es Wendy, Wendy es Nieve. No hace guerra, no sabe por qué está ahí pero está. Vive con su madre al principio. Es una vida dilatada, holgada, desnuda, nudista. Su padre considera que hay demasiada libertad, aunque también luchaba por la supuesta libertad. No entiende la verdad del cuerpo desnudo, le parece una perversión cuando encuentra a Nieve y al novio de su madre jugando desnudos en la playa. Lo quiere matar. Lo intenta. Se lleva legalmente a Nieve. Empieza la tortura. Él es una bestia que la golpea y le niega alimentos por negligencia. Pero Nieve tiene la fortaleza de la conciencia naciente, no hay suficientes hechos comparativos entre el bien y el mal. El mal todavía no es tan malo. Es terrible, sí, pero ella se puede recuperar de un puñetazo en la cabeza como de la caída de un columpio. Crece un poco más, sigue sufriendo sin saberlo. Su padre se bestializa a la par. Un día logra ser rescatada por su madre, sólo para darse cuenta de que el espacio que tenía ya no existe. Ya no es lo mismo, empieza la adolescencia, hay fricción, no tiene cuarto, no tiene casa. Es hora de empezar el colegio y de cambiar de lógica. Nieve sigue siendo tan fría en medio del calor. Ahora es más fría quizás, está interna en un liceo y vive fuera del rebaño. Viste de colores, con sombreros, un atuendo sin sentido climático, sin sentido erótico. Mientras, la utopía va descascarándose y revelando sus huesos porosos. Uno a uno empiezan a irse, los amigos, los vecinos, la familia. Por esos días, la gente en Cuba no se muere, se va. Pero ella y su madre se van quedando, sin saber por qué, no hay un motivo exacto, y hasta hoy Wendy-Nieve no sabe por qué se quedó. Aún teniendo la oportunidad de abandonar el barco en pleno naufragio, Wendy-Nieve se queda. Escribe poesía, le publican. Escribe prosa, no le publican. “La respuesta está en el viento”. Sigue escribiendo, usando como material en bruto los diarios que escribió desde su infancia. De allí salió “Todos se van”, la novela escrita en clave de bitácora que ganó en el 2006 el premio Bruguera. El lenguaje límpido de la niñez que maneja con solvencia y naturalidad en la primera parte, versus la opacidad recargada de la adolescencia y la inútil complicación de la existencia a través del lenguaje, en la segunda. Hace explosión su prosa nítida, viaja a Barcelona y con un pie en el viejo mundo, decide no abandonar jamás Cuba. Su madre muere, ella escribe y le roba aliento a su progenitora. “Fue mejor escritora que yo”, pero nunca publicó. Comió más letras que Wendy, pero se fue en silencio. ¿Todo tiempo pasado fue más rigoroso y sabio? Wendy parece asentir, ella es más pop. Proviene de una cultura híbrida, en la que por más intentos de mantener su pureza, las filtraciones capitalistas fueron inevitables. Wendy ya surge de la cultura de la inmediatez, de la incontinencia verbal. Y sin embargo se quedó, y todos se fueron, cambió de amigos cada año, cada mes. La morfología de la ciudad en constante cambio y Wendy-Nieve sentada, blanca y de ojos redondos, repitiendo “Barcelona es el trabajo, Cuba es la vida”.

3 comentarios:

Lord Croxus dijo...

Dicen que cada sansón tiene su dalila, sera cierto eso?

Anónimo dijo...

Yo diría que cada Dalila tiene su séquito de Sansones pelucones ávidos de que les echen tijera.

S.O.S. dijo...

Hola D,
me gustaron mucho tus ultimas tres entradas. Yo pase por algo similar a lo que tu describes con la Cienaga, capaz hasta vimos la misma funcion, de esas que te cambia la vida por un tiempo. Pero a mi si me gusto mucho la nina santa, de hecho me encanta. No he visto la 3 de martel todavia... en fin
a wendy guerra le lei en el famosos libro de los 39, su cuento fue de los que mas me gusto (hay buenos cuentos en ese libro) me acuerdo una imagen en la que cuenta que su padre le dio de lactar. me gusto mucho. que bueno saber, a traves de tu entrada, lo que ha escrito ahora ultimo. y tu opinion, claro.
no se si creerte totalmente eso que dices en la entrda de Kurt, de que no te importa saber nada mas, que la obra sola vale. Yo tambien lucho intensamente contra la funcion del autor, pero creo que es dificil. no diria que he logrado superarlo todavia, algun dia....
en todo caso, me quitaste la palabra de la boca.
saludos
Jorge