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Morrissey

martes, julio 20, 2010

¿Prohibir el burka?


La imagen de esas mujeres, fantasmas en vida, vestidas de negro, completamente cubiertas y con nada más que un mínimo espacio para mirar a través de una rejilla, siempre nos ha espeluznado, al menos a las mujeres occidentales…


Al imaginarnos cómo sería nuestra vida dentro de esas ropas-cárcel, simplemente llegamos a la conclusión de que sería insoportable. Muchas mujeres musulmanas, de hecho, según informes de organismos de derechos humanos, han visto sus vidas oscurecer dentro de esos trapos. En Irán, luego de la ascensión al poder del Ayatollah en los años 70, muchas mujeres debieron cambiar radicalmente sus vidas al triunfar la llamada revolución islamista que convirtió a ese país en un estado musulmán fundamentalista. A partir de 1979, las mujeres debieron vestirse de luto de pies a cabeza debido a su absurdo mayor pecado: ser mujeres que provocan el deseo del hombre cuando éste mira cualquier parte de su cuerpo, aunque sea un dedo o un cachete.


La depresión y la angustia no se hicieron esperar, y de hecho la tasa de suicidios femeninos en los países islamistas fundamentalistas es alarmantemente alta. Sin embargo, dentro de esas sociedades a nadie parece importarle porque son espacios construidos para los hombres y por eso la mujer debe estar literalmente velada para que aquel no caiga en pecado. Es más que obvio que los derechos de las mujeres en estas naciones fundamentalistas son absolutamente violados, eso nadie lo discute. Está claro que unas leyes inútiles, abusivas y absolutamente paranoicas, infundadas y hasta grotescas son las que han causado estas “costumbres” repugnantes. En el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, no existe ningún apartado que exija a las mujeres cubrirse por completo. Las interpretaciones maliciosas y a discreción de las leyes musulmanas han sido la condena de las mujeres en estos países.


Ahora, el debate que sale a la opinión pública en los últimos días es harina de otro costal: la prohibición de usar burka –no específicamente usando este término pero refiriéndose totalmente a él- en espacios públicos del territorio francés. Esta discusión inició el año pasado cuando el presidente Nicolás Sarcozy declaró que el hecho de que las musulmanas ocultaran su rostro por una ley islámica en Francia iba en contra de los preceptos de libertad y respeto a la mujer de su nación. Entonces, el debate entró a la Asamblea francesa y acaba de ser aprobado el Proyecto de ley que prohíbe la ocultación del rostro en el espacio público, con 335 votos a favor y uno en contra.


Sin embargo, frente a esta medida que al parecer busca hacer valer los derechos de la mujer, muchas voces se alzan a favor, ya que para algunos significa una violentación de los derechos constitucionales y universales de las personas. Si una persona se ocultase el rostro en lugares públicos, tendría que pagar una multa de 150 euros, y si alguien obligase a otra persona a cubrírselo, podría pagar hasta 150.000 euros. Los detractores de esta medida aseguran que con esta ley, la libertad de culto y prácticas religiosas estaría siendo restringida, además de que prohibiría el uso voluntario de la burka, cosa que también significaría la negación de un derecho fundamental.


Por otro lado, los que defienden esta ley señalan que el uso de la burka no tiene nada que ver con el culto y que esta ley no menciona en ningún artículo motivo religioso alguno de prohibición. Simplemente, establece que está prohibido cubrirse el rostro en espacios públicos salvo razones médicas, carnavales, fiestas tradicionales, etc.


El debate en este tema es amplio y delicado, porque si bien acusa una falsa tradición cimentada en creencias tóxicas, machistas y agarradas del fanatismo religioso, también demuestra un “fundamentalismo” de la contraparte: Francia fue el primer país en separar la iglesia del estado, de hecho, la revolución francesa fundó las bases del estado moderno. Libertad, igualdad y fraternidad. No obstante, al jugar en el terreno de las prohibiciones está –en el sentido puro- yéndose en contra de sus propios preceptos. La tierra de la libertad ideológica, cuna de la Ilustración, se vuelve ortodoxa en sí misma, en su voluntad de hacer respetar –a la fuerza- aquello que defiende y que se convierte en un contrasentido, en un oxímoron: la prohibición liberadora. Se trata de defender la libertad del ser occidental y sus derechos fundamentales, a través de prohibir “libertades” de culto de otras culturas. ¿Esto es válido? Yo no tengo la respuesta.

jueves, julio 08, 2010

Lady Gaga o la doble moral


Resulta que la cantante pop versión aumentada y corregida de Madonna dice que tiene un código moral muy fuerte que le impediría serle infiel a un hombre… ¿Ustedes le creen? ¿Qué hay detrás de todo esto?



Primera respuesta: Marketing. Para muchos y para ella misma, el hecho de vender una imagen (ojo, vender) excéntrica e hipersexual, no tiene que ver nada con la vida privada de la persona. Lady Gaga dice ser un personaje y que ella no es eso en la intimidad. Pues admiro su capacidad de “performer” y su talento para separar tan perfecta y extremamente su dos polos, pues pasa de virgen a puta en un abrir y cerrar de cremalleras y en un quita y pon de pelucas. Increíble. Su alter ego es justamente todo lo contrario de lo que ella dice ser: fiel, moralista, célibe y una ferviente creyente del amor. Algo que siempre he admirado es la capacidad de impostación que tiene Hollywood y de la industria de la música: el convertir en objetos sexuales a muchachitas sosas que algún día consideraron ser monjas o misioneras evangélicas. En fin, siempre he pensado de la sexualidad es algo que se expresa inconscientemente y que una persona con sex appeal lo lleva como algo innato. Pero me he equivocado rotundamente, porque en este mundo de flashes y fama, todo se puede construir, hasta una imagen que sea la antípoda de lo que somos. Y pensándolo bien, creo que es lo más fácil. Pasar de un estereotipo a otro. Ir del un polo a su perfecta antípoda. La eterna paradoja moral.



Segunda respuesta: Es un nuevo y adicional truco de Marketing. Generar valores de choque para llamar más la atención. Es decir, hacer que dos inversos se junten, produce un morbo extra por lo espectacular. Porque precisamente la espectacularización es eso: resaltar algo a través de compararlo con su inversamente proporcional. Es decir, lo opulento se ve más opulento al lado de la miseria, por ejemplo. En este caso, Lady Gaga se ve más excéntrica si su condumio en realidad es una puritana moralista.



Tercera respuesta y la más grotesca: Es una posición de protección frente a un medio cruel. La verdadera Lady Gaga, es decir, Stéfani Germanotta es una chica poco atractiva que no tiene una belleza que hable por sí misma. Entonces, la “gran idea” para esconder su falta de atractivo físico, pues es tunearlo de acuerdo a lo que exigen los tiempos actuales: sexo, prácticas y juegos estéticos extremos pero “elegantes” (para no herir tantas susceptibilidades y ser de alguna manera atractiva y hasta bella). Según mi parecer, Lady Gaga es una chica insegura escondida en un gran caparazón de trapos brillantes, corsés asfixiantes, pelucas blancas y tacones imposibles. Su supuesta postura moral puede deberse también a esta inseguridad de no sentirse bella siendo quien es. Galanes le lloverán siendo Lady Gaga, pero siendo Stéfani quién sabe… Es pura especulación de mi parte, aclaro.



Finalmente, cuarta y más repudiada respuesta: la doble moral gringa. Esa mojigatería moral del imperio que construye monstruos sexuales, los endiosa, pero no les perdona que su libertinaje lastime las profundas bases judeo-cristianas y republicanas de la nación. Cuántas Brittneys Spears se han declarado virginales y después han hecho de su vida un burdel –sin desmerecer sus experiencias, ojo-. Al público gringo les encanta estos fenómenos mediáticos contradictorios, que son capaces de ser santos y demonios en sí mismos, pero no desde el punto de vista del matiz humano (somos blanco y negro, somos buenos y malos a la vez), sino desde la polarización extrema de los arquetipos humanos: en verdad, vírgenes y prostitutas. No hay más show que venda, y quizás sí, todo se resuma en una sola palabra: Marketing. Para qué más vueltas.